CUANDO TENGO PEREZA ¿QUÉ HAGO?
Sabemos que la pereza no es buena, es la madre de
muchos males y vicios, por lo que debemos luchar en contra de ella
continuamente, aun cuando no tengamos ánimo, es necesario evitarla con firmeza,
porque hemos tomado una decisión de no servirle, de alejarla de nuestra vida, y
en esa decisión debemos perseverar. Pero si aun no has tomada esta importante decisión
en tu vida, es necesario que lo hagas, no con tus propias fuerzas sino con las
fuerzas del Señor, en el regocijarte en Jesucristo, porque el gozo del Señor es
nuestra verdadera fortaleza.
La pereza puede hacernos caer en grandes pecados, por
lo que debemos huir de ella, y la mejor manera de huir de esta fuente de perversión,
como de cualquier otro pecado, es refugiándonos en el Señor. No permitamos que
encuentre comodidad en nuestra vida, sino alejémonos de ella, repudiémosla por
completo, recordando que es un fortín del diablo que solo hace daño, y cuando
quiera llegar de manera atractiva a nuestros ojos ocupémonos con diligencia en
la oración y en el estudio de las Escrituras, pongamos nuestra mirada en
Jesucristo, y realicemos con excelencia y gozo nuestras responsabilidades
diarias, como la limpieza del hogar, el trabajo, la cocina, entre otras.
“Por esta razón también, obrando con toda diligencia,
añadan a su fe, virtud, y a la virtud, conocimiento; al conocimiento,
dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad, a
la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor.
Pues estas virtudes, al estar en ustedes y al
abundar, no los dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento
de nuestro Señor Jesucristo.”
2 Pedro 1: 5-8 (NBLA)
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