EL MÁS GRANDE MILAGRO, EL MILAGRO DEL NUEVO NACIMIENTO
El nuevo nacimiento es una verdad enseñada tiempo atrás (Ezequiel 36: 25-28), podríamos decir que, desde la caída del hombre (Génesis 3), confirmándonos que siempre ha sido por la fe en Cristo que el hombre es salvo.
La
revelación progresiva enseña que solo hay una manera de entrar al Reino de los
Cielos y es por medio del nuevo nacimiento. Ezequiel que significa “Dios
fortalece” predicó tal preciosa verdad a un pueblo muerto con la esperanza de
que sus huesos secos vivieran, pero solo podrían tener vida con la palabra que
da vida, la Palabra de Dios, lo mismo ocurre hoy en día, solo la Palabra de
Dios es la única que puede dar vida a un hombre muerto.
El
nuevo nacimiento es como una cirugía de corazón en donde se reemplaza un
corazón endurecido, sin vida, por uno vivo en el que Dios deposita el Espíritu
Santo. Nuestro nuevo corazón se convierte entonces en el Palacio Real del Rey
de Reyes. Lo anterior debe causar en nosotros temor y reverencia ante Dios.
El
milagro más grande de Dios para cualquier ser humano es el nuevo nacimiento, es
este por el que el hombre pecador debe implorar. Nicodemo, era un maestro de
Israel que lo tenía todo, excepto una cosa, no tenía nuevo nacimiento. Tu
puedes creer tenerlo todo, pero sin un nuevo nacimiento todo lo que tienes es
condenación y perdición eterna.
Escuche
una vez a una persona ciega que comentó como había perdido la vista, debido a
una enfermedad llamada glaucoma, pero fue bastante impresionante para él,
porque un día se acostó viendo, pero luego, al siguiente día, se levantó, abrió
los ojos y no veía absolutamente nada, todo era negro y aun lo sigue siendo
para él, así será y mucho peor, por toda la eternidad, la vida de quienes
mueren sin nacer de nuevo, completa oscuridad.
“Respondió Jesús y le
dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede
ver el reino de Dios.”
Juan 3: 3 (RVR 1960)
Esta
declaración es importante: quien no nace de nuevo no puede ver el reino de
Dios, por lo tanto, el nuevo nacimiento es un segundo nacimiento absolutamente
necesario, no merecido y es un nacimiento celestial que proviene de la gracia
de Dios.
Si
en esta vida el Cielo no viene a nosotros, nosotros no podremos ir al Cielo,
porque la Vida de los siglos venideros empieza en este siglo, cuando nuestro
ser ha sido lavado de su suciedad y el viento del Espíritu Santo ha entrado
como torrente viento, sobrepasando toda resistencia, para tomar el absoluto
control de nuestra vida, por lo tanto, el nuevo nacimiento es un nacimiento
abarcador que es inmediato e ilumina nuestro ser para darnos entendimiento y
discernimiento.
“Y pondré mi Espíritu en vosotros, y
viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová
hablé, y lo hice, dice Jehová.”
Ezequiel 37: 14 (RVR 1960)
La
circuncisión era un rito que los israelitas hacían como señal de ser apartado
para Dios, pero también tiene un significado espiritual. La circuncisión se
hacía al octavo día, antes del día 8 el varón israelita no evidenciaba señal de
ser apartado para Dios, de la misma manera antes de creer en Cristo no es
posible tener comunión con Dios. La verdadera circuncisión es Dios traspasando
nuestro corazón para darnos uno nuevo, la pregunta sería ¿tu corazón ha sido
circuncidado? Si en verdad has nacido de nuevo la señal de este nuevo
nacimiento es que sigues a Cristo, porque una vez hayas nacido de nuevo
comienzas a seguir a Cristo. Este nuevo nacimiento es la vida de Dios en el
alma de un hombre.
El
nuevo nacimiento es un nacimiento permanente, una vez hijos siempre hijos de
Dios, porque cuando creemos en Jesucristo tenemos vida eterna y jamás
pereceremos y aunque estemos ausentes del cuerpo estaremos presentes para con
Dios. Dios es el que nos atrajo a Él, es El quien nos busca y no nosotros a
nosotros mismos, por lo tanto, la
Salvación es de Dios.
La
santa cena es una práctica que como creyentes hacemos con un significado: la fe
salvífica. El significado de comer su carne y beber su sangre es: lo que estaba
fuera de nosotros ahora está dentro de nosotros, es decir la vida de Dios ahora
está en nosotros, pero esto nada tiene que ver con que seamos caníbales y nos
estemos comiendo a Jesucristo, sino su significado es que Dios está controlando desde nuestro interior nuestras
vidas.
En
el nuevo nacimiento todo es nuevo delante de Dios, este nuevo nacimiento no es
progresivo sino es instantáneo por lo tanto, si aún no has nacido de nuevo, no
esperes más, arrepiéntete y cree en Jesucristo, porque ¡hoy es el día de tu
Salvación!
“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su
sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus
riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y
conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en
la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” Jeremías 9: 23-24 (RVR 1960)
En
la iglesia puede haber muchas personas con conocimiento de la Biblia sin un
nuevo nacimiento, ellos son llamados circuncidados incircuncisos o miembros de
la iglesia no convertidos, demostrando la Palabra que dice que no todo Israel
es Israel, porque la verdadera circuncisión no es la externa sino la interna,
la hecha del corazón.
“Pues no es judío el que lo es
exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la
carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es
la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los
hombres, sino de Dios.” Romanos 2: 28-29 (RVR
1960)
Un
verdadero circuncidado de corazón se huele, se ve, se escucha y se siente,
porque es una circuncisión hecha por la mano de Dios. Quien ha nacido de nuevo
tiene una meta asegurada, pero es horror lo que les espera a quienes son falsos
maestros, por lo tanto, tengamos cuidado con ellos (Filipenses 3: 2-3), no
confiemos en los hombres, porque esta es una característica de un incrédulo, no
de un regenerado.
“Bienaventurado el varón que no anduvo en
consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado”
Salmos 1: 1 (RVR 1960)
El
nuevo nacimiento es evidenciado, es decir que quien ha nacido de nuevo muestra
un fruto evidente, contundente, que es la justicia, porque todo el que hace
justicia es nacido de Dios (1 Juan 2: 29). Aunque es importante aclarar que
podemos cometer errores, actos de pecado, pero un genuino cristiano no puede
practicar el pecado y otra evidencia de un nacido de Dios es que ama a sus
hermanos.
El
Señor guarda a todo aquel que ha nacido de nuevo, por lo tanto, la invitación
es a la fe en Cristo. La fe en Cristo no reforma una vida sino la transforma
completamente, da vida a lo que no tenía vida. Muchas personas creen que la
llamada reforma liderada por Martin Lutero dio comienzo al cristianismo, pero
no es verdad tal afirmación, porque en primer lugar es la fe en Cristo y la
confianza en su Palabra el fundamento de los verdaderos cristianos, es decir es
en Cristo y no en la reforma que una persona nace de nuevo.
La
reforma fue un movimiento universitario, muy importante, pero que cometió
algunos errores, como fue tratar de unir el estado y la iglesia o querer hacer
cristianos bajo la ley, aunque lo cierto es que podemos decir que todos estamos
equivocados, como hombres, en algún lugar, solo que muchas veces no sabemos en
donde es, por lo tanto, es importante refugiarnos en Cristo, no en un
movimiento reformista, sino en Cristo y su Palabra, para que Él sea glorificado.
En cuanto a los errores que podríamos cometer, pidámosle a Dios que nos libre
de tales, uniéndonos a la oración de David:
“¿Quién podrá entender sus propios
errores?
Líbrame de los que me son ocultos.” Salmos
19: 12 (RVR 1960)
Apoyémonos
como iglesia y oremos por hombres que prediquen la Biblia, no busquemos
llamarnos reformados, ni nada por el estilo, sino bíblicos, recordando que Dios
está vivo (Salmos 90: 2), tiene toda autoridad (Isaías 6: 1), es Todopoderoso
(Salmos 2), es resplandeciente, merece toda la alabanza, es Santo, es
Purificador (Lucas 5) y es Glorioso, por lo tanto, roguemos al Señor que nos
muestre su Gloria.
“Después oí la voz del Señor, que decía:
¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí,
envíame a mí.” Isaías 6: 8 (RVR 1960)
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