MUY BENDECIDO ES EL COMPASIVO DE CORAZÓN
“Bienaventurados
los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia” Mat. 5:7 (LBLA)
Bienaventurado, en griego es, μακάριος (makários),
que significa según el Diccionario Strong “supremamente bendecido”, no es
solamente bendecido sino muy bendecido o muy dichoso. Por lo general tenemos
gran alegría cuando recibimos un regalo, pero esta dicha a la que se refiere
Jesucristo no es por llegar a tener un bien físico sino por la esperanza de
recibir un mejor regalo, por ser más que por hacer, porque “ser es más
importante que hacer, la actitud es más significativa que la acción.
Básicamente lo que importa es nuestro carácter.”[1].
Cada bienaventuranza está señalando el
ser, como lo dice el Diccionario Bíblico Mundo Hispano “las Bienaventuranzas
no describen tipos separados de carácter cristiano, sino que manifiestan
cualidades y experiencias que se combinan con un carácter ideal”,[2] por
lo tanto no deben verse por separado sino como un conjunto de caracteres que
señalan el carácter de Jesucristo, el cual debe procurar tener el cristiano,
porque el deseo del que ha nacido de nuevo es estar con Jesucristo y de ser
como Él, por lo que se puede ver en esta descripción los distintivos del
verdadero cristiano, como lo escribió Lloyd-Jones:
Estas descripciones, según creo,
indican con claridad (quizá con más claridad que cualquier otra cosa en el
ámbito de todo de la Escritura) la diferencia esencial y completa entre el
cristiano y el no cristiano.[3]
El libro que habla con más énfasis de
la misericordia es el libro de los Salmos, que en su gran mayoría fue escrito
por David, quien anunció constantemente la Misericordia del Señor (Sal. 40:
10), pidió por Su Misericordia (Sal. 40:11; 43: 26) y confió en Su Misericordia
(Sal. 40: 17), dejándonos un ejemplo que debemos seguir. De la misma manera el
Salmo 41: 1 dice “Bienaventurado el que piensa en el pobre; En el día
del mal el SEÑOR lo librará.”(NBLA).
El anterior versículo se puede relacionar con el de Mateo 5: 7, porque
una cualidad del misericordioso es pensar en el pobre, el débil, aquel que se
encuentra en necesidad, y este es “el
significado esencial de ser misericordioso; es compasión además de acción.”[4]
El que es compasivo evidencia en su
vida el fruto del Espíritu, el carácter de Jesucristo que debemos tener
presente constantemente en nuestro caminar como cristianos, porque es Él
nuestro más grande ejemplo, como nos hace recordar J.C. Ryle:
Para servir a los demás, Cristo se negó
a sí mismo; que ante los inmerecidos insultos de las gentes, Él permaneció
manso y paciente; que tuvo mayor consideración para con la gente pobre y
piadosa que para con los reyes; que estaba lleno de amor y compasión para con
los pecadores; que fue firme y no admitió tolerancia alguna al condenar el
pecado.[5]
La traducción PDT (Palabra de Dios para
Todos) traduce la palabra ̓λεήμων (eleemon), como “los que muestran compasión por
otros”, y es que
esta palabra puede significar misericordioso o compasivo. Una persona compasiva
es aquella que muestra empatía por otra, por eso se nos ordena en Romanos 12:
15-16 “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes
entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios
en vuestra propia opinión”.
El que es compasivo recibirá compasión, porque lo que se siembra se
cosecha, y recordemos que la cosecha siempre será mayor que la siembra. Por lo
tanto seamos compasivos, pero de no serlo y permanecer en nuestro orgullo, las
Escrituras tambien nos advierten: “con el
juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será
medido.” (Mat. 7: 2), esto no significa
tolerancia frente al pecado, sino tener misericordia de otra persona, como si
ese otro fuéramos nosotros, y hacerlo porque Dios tuvo gran misericordia de
nosotros, como nos enseña la parábola del deudor (Mat. 18: 21-35).
Si algún hermano nos hizo daño, nos
insultó, u ofendió, debemos morir a nuestro yo que quiere pagar mal por mal y mostrar
una actitud diferente a la que nos incita la carne y la gente que no conoce del
Señor, una actitud como la que tuvo Jesucristo, quien aun en medio del maltrato
permaneció manso y paciente, quien tuvo compasión para con los pecadores,
disponiendo aun su propia vida por ellos, por nosotros, pagando la deuda que
nos correspondía pero no podíamos pagar.
[1] Martyn Lloyd Jones, el Sermón
del Monte, tomo 1, trad. de José María Blanch (Londres, Inglaterra : El
Estandarte de la Verdad, 1971), 54
[2] J. D. Douglas y
Merrill C. Tenney, Ed., Diccionario Bíblico Mundo Hispano (Editorial
Mundo Hispano), 240
[3] Martyn Lloyd Jones, el Sermón
del Monte, tomo 1, trad. de José María Blanch (Londres, Inglaterra : El
Estandarte de la Verdad, 1971), 13
[4] Martyn Lloyd Jones, el Sermón
del Monte, tomo 1, trad. de José María Blanch (Londres, Inglaterra : El
Estandarte de la Verdad, 1971), 56
[5] J.C. Ryle, el Secreto de la Vida
Cristiana (Barcelona, España: El Estandarte de la Verdad, 1988), 121.
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