DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ

 


Uno de los grandes lemas de la Reforma fue “POST TENEBRAS LUX” que significa “Después de las tinieblas, la luz”, y la luz se refiere al evangelio fiel y verdadero. El evangelio que habla de la reconciliación con Dios, cuyo mensaje principal es un imperativo que llama a toda persona al arrepentimiento, a que se reconcilie con Dios, es un mandamiento que ordena a volverse a Dios. La palabra que se usa en el griego para referirse a evangelio es euaggelion que significa "buenas nuevas" o "buenas noticias", lo cual en el contexto del Nuevo Testamento no puede ser otro que Jesucristo, no solo es de Jesucristo y las trajo Jesucristo sino es Jesucristo mismo el evangelio, como veremos más adelante, pero antes reflexionemos un poco en la vida de David.

El pecado que cometió David con Betsabé produjo graves consecuencias (2 Samuel 12), de no cometerlo dos muertes trágicas podrían haberse impedido, pero este hombre que enfrentó con valentía grandes obstáculos, sirviendo de gran testimonio para muchos se dejó seducir por el pecado y cedió a la tentación. La vida de David no será el tema de hoy, pero si se hablará del camino por el que se dejó llevar David, el cual nos seduce continuamente (Gal. 6: 1), pero del que debemos huir.

Las rumbas, las fiestas, la vida de derroches, una que no tiene parámetros, reglas, objetivos, ni ningún orden, parece la mejor vida para vivir, pero es en esta dirección que una larga fila de personas se está dirigiendo, idolatrando continuamente al dinero, el sexo y el poder que en sí mismas solo producirán infelicidad y una gran falta de sentido, por esto es que adicciones como las drogas parecen ser el mejor camino, duermen la conciencia para que el pecador pueda vivir en el despropósito.

David se dejó confundir, se extravió del camino que estaba andando y experimentó su más grande dolor, porque no es grato para el que ha nacido de nuevo ir tras la corrupción (Sal. 51), pero es una gran alegría andar en el mejor camino, conforme a la voluntad de Dios, en la esperanza de un gozo mejor.

El camino del hombre natural proviene de un pensar vano, que ha dejado de pensar con claridad. La mayoría de decisiones que el ser humano toma no son razonables sino emocionales, y esto lo ha llevado a cometer graves errores, pero no podemos separar las emociones de la razón, porque los dos se afectan mutuamente, mas ¿Cuál conmueve a ambas?

El entendimiento incorrecto es causado por el pecado, en cambio el que es correcto por la nueva vida, específicamente por el Espíritu Santo, quien santifica el camino del creyente. Solo una nueva vida puede transformar el pensamiento y la emoción, pero es imposible que el ser humano cambie sus pensamientos y emociones si no ha nacido de nuevo, porque el primer paso de la santificación es la justificación, es esto de lo que vamos a hablar con mayor profundidad, pero antes es necesario que comprendamos el estado natural de todo ser humano.

 

CONDENACIÓN, LA PENA DEL PECADOR

El estado natural de todo ser humano es la condenación, porque su condición natural es ser pecador, lo que significa que su inclinación continua desde que nace es hacia todo lo que es malo, porque es en ello en lo que encuentra mayor deleite, como dice Genesis 6: 5 “Y el SEÑOR vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal” (LBLA). Por lo anterior, la sentencia normal hacia el hombre pecador es muerte y muerte eterna, un total abandono de Dios hacia ellos.

“…como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen” Rom. 1: 28 (LBLA)

La mente entenebrecida, perdida en las tinieblas, solo hace que una persona sea conducida a su propia perdición, no es nada bueno el amor a lo malo, porque esta es la verdadera causa de la pena del pecado; Juan 3: 19 dice “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” (RVR 1960)

Jesucristo vino al mundo, pero los hombres lo rechazaron, amando más a la oscuridad, porque prefirieron seguir viviendo en su perdición, antes que en Cristo y por esta razón serán juzgados. Ninguno podrá excusarse ante Dios, diciendo cosas como “Señor, ¿Por qué no me salvaste?”, porque el Señor vino a ellos, pero lo rechazaron prefiriendo seguir viviendo en la oscuridad que en la luz (Ez. 18: 23, 33:11, 2 P. 3: 9).

 

LIBERTAD EN LA MUERTE DE JESUCRISTO

Todos estábamos condenados, porque estábamos bajo el dominio de la Ley que nos declaraba culpables, pero la buena noticia es que podemos tener libertad en Jesucristo, porque en Cristo hemos muertos una vez por todas al pecado (Rom. 6: 2), esto no solo nos enseña que Jesucristo es el mejor camino, sino que es El Camino, el único que existe para llegar a la libertad de la pena que merecemos, pero veamos un poco mejor lo que esto significa.

La Ley de Dios al declararnos culpables, nos sentenció a la muerte “Porque la paga del pecado es muerte” (Rom. 6: 23a). No solo que nos declaró condenados a la muerte sino que nos enseñó que estábamos muertos, y los muertos nada pueden hacer para volver a la vida, a menos que el dador de vida les de vida, y esto fue lo que ocurrió con nosotros, como dijo Pablo:

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Ef. 2: 1-2)

La transformación que hizo Dios en nuestra vida nos llevó a reconocerlo y a acercarnos a Él, porque solo Dios puede llevarnos a Él, solo en Él podemos ser reconciliados con Él. Y el medio de la reconciliación es Jesucristo quien en su muerte nos ha declarado muertos, muertos a la ley que nos condenaba, y en su resurrección vivos para Él. Con respecto a esto Ridderbos dice: “Según la ley, el que ha muerto ha sido liberado del pecado, está judicialmente libre, ha pagado su tributo al pecado”.[1]

 

SANTIFICACIÓN, LA VIDA BAJO LA GRACIA

La libertad de Jesucristo que por Gracia hemos recibido empezó en la nueva vida. Como nuevos nacidos no debemos seguir viviendo en el pecado, bajo el régimen la ley.

Los creyentes no deben colocarse más a disposición del pecado, sino de Dios. Deben librar su batalla en la seguridad de que su enemigo ya ha sido vencido. Pues no viven más bajo el régimen de la ley, sino de la gracia (Ro. 6: 12ss.).[2]

Jesucristo venció en la cruz, en su victoria debemos refugiarnos diariamente para librar cada batalla contra el pecado, porque recordemos una vez más que solo en Cristo somos una nueva creación y “ser una nueva creación significa, por un lado, vivir en libertad, no ser más esclavo del pecado, ser libre ante Dios. Por otro lado, consiste en un anhelo ardiente que aguarda la revelación de Cristo, que es tambien la revelación de los hijos de Dios (Ro. 8: 19; Col. 3: 4)”.[3]

Jesucristo fue el Sacrificio expiatorio (Rom. 3: 25), en donde la reconciliación ocurrió mediante la propiciación en la muerte sacrificial de Jesucristo. La propiciación en el Antiguo Testamento era el juicio hacia el ser humano que debía ser cubierto por la sangre de un animal (Heb. 9: 5, 1 Jn. 4: 10), que en el Nuevo Testamento enseñaba claramente que era una sombra del verdadero sacrificio expiatorio (Ef. 2:13; Col. 1: 20), aunque suena similar la propiciación a la expiación la diferencia principal es que la primera responde a la ira de Dios y la segunda al pecado.

La fe salvadora no es solamente una aceptación en el hecho histórico-redentivo de la muerte de Jesucristo sino un involucramiento personal de aquella muerte, es acudir a esta muerte como medio de reconciliación para con Dios. La fe es la respuesta de oír el mensaje del evangelio, pero esta fe solo es posible después de la regeneración (1 Cor. 2: 14). En esto se hace necesario hacer una aclaración.

Llamamiento general, es predicar del evangelio a todo el mundo, es lo que hace la Iglesia está llamada a hacer, un llamamiento al arrepentimiento a toda persona y a la fe en Jescristo, pero el llamamiento eficaz se refiere al que regenera a una persona para que acuda a la fe salvadora (Col. 2: 13).

La fe es parte del paquete de lo que Jesucristo hace por nosotros (Ef. 2: 8-9). En Gálatas 3: 8-9 Pablo enseña que no hay dos maneras para ser justificados, una para los judíos y otra para los gentiles, sino solo una y NO es por medio de la obediencia a la ley (Rom. 4: 13), sino POR LA FE, que fue la obra de Dios, es decir que es POR GRACIA (Heb. 11).

La justificación que es por Gracia de Dios, desde el termino forense o legal, nos declara justos por Dios (Rom. 5: 9, 8:30) y es únicamente el sacrificio sustitutivo de Jesucristo el que permite nuestra justificación para que su pueblo pueda estar ante Dios (Fil. 3: 9-10), porque solo en la posición de justos podremos estar ante Dios, por lo tanto la necesitamos para compadecer ante Él (Rom. 4: 3,24).

La imputación enseña que en la resurrección del sacrificio de Dios fue aceptado su sacrificio sustitutivo, nos ha imputado justicia declarándonos justos. No es lo mismo que impartición, porque no se nos da algo de Dios, sino es una declaración que Jesús recibe y que se nos es contada para ser perdonados, recordemos que hemos recibido esta reconciliación por la Gracia de Dios. No fue por nuestras obras para que no nos gloriemos sino por la Obra Redentora de Dios, y debemos aferrarnos continuamente en la Gracia perdonadora de Dios a fin de no latigarnos con pecados pasados, trayendo a la memoria las cosas antiguas, porque el Amor que Dios ha derramado en nuestros corazones no guarda rencor, Dios no guarda rencor sino que nos perdona sin recordar nuestro pasado cuando vamos con un corazón sincero y arrepentido ante Él (Is. 48: 18-19, 1 Cor. 13: 5, 15: 9-10).

Dejemos el pasado atrás y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Los que estamos en Cristo hemos sido justificados, lo que significa que todos nuestros pecados han sido perdonados, para vivir en Cristo, en nueva vida (1 Cor. 10: 11), reconociendo que en Él todo es hecho nuevo (2 Cor. 5: 17). Un consejo practico en nuestro caminar como nuevos nacidos en el sendero de la santificación, como bien lo dijo John Piper, es:

Toma tu Biblia, la preciosa Palabra de Dios. Clama a Dios en oración para que te ilumine. Encuentra, o valora, una iglesia que crea en la Biblia y únete a esas personas en adoración, en el estudio de la Palabra y en el servicio. Mantén este enfoque hasta que el Señor regrese o hasta que Él te llame a casa.[4]

A manera de conclusión podemos afirmar que todo ser humano esta indudablemente bajo el poder del pecado, en completa condenación, la muerte de Jesucristo es el único medio de reconciliación, y vivir bajo la Gracia es vivir en la fe, en la victoria de Jesucristo sobre la muerte y el pecado.



[1] Herman Ridderbos, El pensamiento del apóstol Pablo, Trad. de Juan Van der Velde (Grand Rapid, MI : Libros Desafío, 2000), 271

[2] Herman Ridderbos, El pensamiento del apóstol Pablo, Trad. de Juan Van der Velde (Grand Rapid, MI : Libros Desafío, 2000), 273

[3] Herman Ridderbos, El pensamiento del apóstol Pablo, Trad. de Juan Van der Velde (Grand Rapid, MI : Libros Desafío, 2000), 280

[4] John Piper, Viviendo en la Luz: Dinero, Sexo y Poder (Colombia: Poiema, 2017), 121

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