SOBRE EL MATRIMONIO Y EL DIVORCIO

 


El divorcio se considera para muchas personas como la primera salida para solucionar un inconveniente en el matrimonio, pero ¿será la mejor escapatoria? Si a la primera pelea se menciona la palabra divorcio entonces no hay madurez para resolver problemas, no solo en un matrimonio sino en el trabajo y en demás ocupaciones en donde se es necesario aprender a trabajar en equipo y resolver problemas de manera sencilla y humilde conforme a la voluntad de Dios. Pero esto no es una cuestión tan fácil como parece, por lo que primero abordaremos el contenido del matrimonio para luego aclarar un poco mejor el tema del divorcio y su discutible causal que podría “permitir considerarlo”.

El matrimonio es inminente para un noviazgo que carece de dominio propio en el área sexual como enseña 1 Corintios 7: 9, pero no se trata de casarse por casarse sino es necesario hacerlo con sabiduría porque es una decisión importante y trascendental que declara en unión a un hombre con una mujer con la bendición de Dios, es decir que en el matrimonio es Dios mismo uniendo a una mujer y un hombre y, como dicen las Escrituras, “ lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe” (Mateo 19: 6). Por lo anterior no es la voluntad de Dios el divorcio, pero Dios lo ha permitido a causa de la dureza del corazón del ser humano.

“El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio.” Mateo 19: 8 (LBLA)

La dureza del corazón del ser humano se refiere a no perdonar y a dejar enfriar el amor a causa principalmente del orgullo. La soberbia es de los peores enemigos del amor, porque no deja ver con misericordia y compasión al prójimo sino con dedos señaladores, aun así, se puede decir que existen dos discutibles causales de divorcio que aunque no los promueve la Biblia si los permite.

“…el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio, a menos que la esposa le haya sido infiel” Mateo 19: 9 (NTV)

El divorcio no debería ser una opción, tanto el hombre como la mujer deberían luchar por su matrimonio hasta la muerte, pero muchas veces no lo hacen, sino por el contrario, al primer conflicto buscan el divorcio. Se está empezando a normalizar el divorcio a tal punto personas se casan y al momento se divorcian y luego se vuelven a casar con otra persona como si nada, pero si ocurre esto sí que se están haciendo las cosas mal, a esto el Señor le llama adulterio, por lo tanto es de tener mucho cuidado con quien te vas a casar porque no deberías considerar el divorcio con quien te has casado.

“Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras este vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.” Romanos 7: 2-3 (RVR 1960)

La muerte debiera ser el único causal de separación en un matrimonio, como se afirma en una boda “hasta que la muerte los separe”, pero se ha vuelto muy común que por cualquier inconveniente se busque la separación, no debiera ser así. Aun así, el Señor ha permitido el divorcio bajo el causal de infidelidad, pero es un causal que también podría ser perdonado si hay disposición y una serie de ajustes en ambas partes. La infidelidad se refiere a defraudar la confianza. Sea que la mujer haya engañado al hombre o el hombre a la mujer existe un grave problema que de no resolverse con el arrepentimiento y la reconciliación podría llegar al divorcio.

Hace unos años se escuchó del caso de un hombre que servía en la iglesia como diacono, pero en su casa era infiel a su mujer al deshonrarla con maltratos que también ejecutaba con sus hijos; ella cansada de tantos abusos fue donde los ancianos de la iglesia y les comentó lo sucedido, pero ellos en vez de acercarse a la situación con sabiduría y prudencia le dijeron a la mujer que tenía la obligación de perdonarlo y seguir con él, porque el matrimonio era para toda la vida, sin importar lo que estaba ocurriendo. Los maltratos siguieron, pero los líderes de la iglesia parecieron olvidar la misericordia al ignorar lo que estaba sucediendo, hasta que unos años después el hombre fue detenido por la policía debido a que descubrieron que había abusado sexualmente a muchos niños dentro de la iglesia. Lo anterior es una tragedia que lamentablemente sigue dándose en muchas iglesias pero que es necesario confrontar con la Palabra de Dios para no caer en la misma situación. La situación anterior también nos enseña que si existen causales para el divorcio y que es importante denunciar ante las autoridades a una persona que comete delitos como maltrato, abuso, violación sexual, entre otros, aunque él o ella sea tu propio cónyuge, hijo, madre o padre.

El divorcio siempre será la última opción en un conflicto matrimonial, el conducto regular en la resolución de conflictos debiera ser la siguiente:

1.    Buscar resolver el problema entre ellos con la dirección de Dios.

2.    Comentarle a un matrimonio maduro en la fe con testimonio fiel y de confianza sus conflictos como pareja para que sirvan de puente de reconciliación.

Cuando es una situación aparentemente irreconciliable para una o ambas partes, porque hubo infidelidad, violencia o abuso, entonces se podría aconsejar una separación mientras los consejeros de la iglesia consideran lo sucedido, conversan por separado con las dos partes, revisan bien la situación, si hubo un delito como la pederastia lo han de denunciar inmediatamente como estipula la ley, pero si es una situación que consideran bíblicamente reconciliable entonces han de servir como puentes de reconciliación para la restauración matrimonial.

Las leyes constituciones aunque no todas son buenas, aún siguen habiendo muchas que buscan el bien, por lo tanto no debemos ignorarlas por completo sino estimarlas y respetarlas. Si una persona dentro de la iglesia está maltratando a su mujer no solo tiene que ser confrontada sino denunciada, igual que si se conoce de un abuso o violación dentro de la iglesia aunque sea de alguien muy querido, por la misma razón es necesario que sea reprendido no solo dentro de la iglesia, sino también afuera de la misma porque cometió un delito en la sociedad. No es tan fácil digerir lo anterior para muchos, pero cuando entendemos el significado de la palabra infiel como causal del divorcio entonces no solo es posible que pueda haber paz para una mujer maltratada, para niños abusados o un hombre deshonrado, sino que al reconocer el problema podría haber una reconciliación, restauración y purificación de la iglesia, pero sin reconocimiento del pecado no es posible la remisión del mismo.

Para evitar el divorcio considera bien con quien te casas y examínate si estás preparado para tener un compromiso tan serio que significa ser fiel a tu mujer o a tu marido de tal manera que no solo tendrás un velo para los demás hombres o las demás mujeres, sino que honraras a tu conyugue valorándolo o valorándola hasta su muerte o tu muerte. Para algunos, diría más bien que para todos nosotros no es algo fácil porque implica un amor que demanda morir a sí mismo por el bien del cónyuge, porque “ni la esposa es dueña de su propio cuerpo, puesto que pertenece a su esposo, ni el esposo es dueño de su propio cuerpo, puesto que pertenece a su esposa“ (1 Corintios 7: 4 (DHH)). Es imposible mantener un matrimonio en un amor superficial, por lo que es necesaria la ayuda de Dios para que se fundamente el matrimonio en el verdadero amor, el amor de Dios, un amor como ninguno.

“Entonces los discípulos le dijeron:

—Si así son las cosas, ¡será mejor no casarse!

—No todos pueden aceptar esta palabra—dijo Jesús—. Solo aquellos que reciben la ayuda de Dios.”

Mateo 19: 10-11 (NTV)

Sobre todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados.” 1 Pedro 4: 8 (LBLA)

El amor de Dios es lo único que puede hacer que una persona cumpla con gozo la ley de Dios, la cual nos enseña que el matrimonio es para toda la vida y que es por medio del matrimonio que el amor eros pasa a ser un amor ágape, es decir que el amor se perfecciona mientras más se van conociendo, porque no solo aprenden a amarse en los momentos buenos sino también en los que no son buenos, por lo que no debiera contemplarse el divorcio.

“Pero yo os digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio.” Mateo 5: 32 (LBLA)

La persona que se divorcia por una causa no legitima, como porque le pareció más hermosa otra mujer, o porque se siente más atraída por otro hombre, es considerada una persona adultera que se le demanda volver con su cónyuge. Las causas legitimas para un divorcio son la infidelidad, la cual puede ser perdonada, y un matrimonio no bendecido por el Señor, recordando que matrimonio es entre un hombre y una mujer que buscan la bendición de Dios porque le temen para unirse en el amor verdadero hasta que la muerte los separe sin importar que pasen por dificultades económicas, enfermedades, etc.

“A los casados instruyo, no yo, sino el Señor: que la mujer no debe dejar al marido (pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo contrario que se reconcilie con su marido), y que el marido no abandone a su mujer. Pero a los demás digo yo, no el Señor, que si un hermano tie6ne una mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y la mujer cuyo marido no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no abandone a su marido. Porque el marido que no es creyente es santificado por medio de su mujer; y la mujer que no es creyente es santificada por medio de su marido creyente; de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mas ahora son santos. Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe; en tales casos el hermano o la hermana no están obligados, sino que Dios nos ha llamado para vivir en paz. Pues ¿cómo sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿O cómo sabes tú, marido, si salvarás a tu mujer?” 1 Corintios 7: 10-16 (LBLA)

La Biblia enseña con claridad cada situación en la que podría considerarse la separación, pero advierte que el matrimonio entre un hombre y una mujer que son creyentes no debieran tener excusa alguna para divorciarse.

“Y yo os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio.” Mateo 19: 9 (LBLA)

 

 

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