SEGÚN SU VOLUNTAD
Anhelamos no ver el sufrimiento, no experimentar la
muerte, ni enfrentar la soledad, adquirir posesiones materiales, ser jefes,
lideres, estar por encima de los demás, que nos respeten y, evitar al máximo
las consecuencias de nuestros pecados y concupiscencia. Pero ¿es nuestro
verdadero deseo buscar a Dios? O ¿solo queremos disfrutar de sus bendiciones?
¿Según la voluntad de quien oramos? Si nuestro clamor a
Dios es para satisfacer nuestros vanos deseos, somos hipócritas, pero si nos
presentamos delante de Dios, dirigidos por su Palabra, buscándole de corazón,
entonces podremos experimentar la verdadera vida en Cristo Jesús.
“Cuando Jesús
salía para irse, vino un hombre corriendo, y arrodillándose delante de El, le
preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Jesús le
respondió: “¿Por qué Me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios. Tú
sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des
falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.”
“Maestro, todo
esto lo he guardado desde mi juventud,” dijo el hombre. Jesús, mirándolo,
lo amó y le dijo: “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y
da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y me
sigues.” Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era
dueño de muchos bienes.”
Marcos 10: 17-22 (NBLH)
El joven rico tenía muy buenas intenciones, en su corazón,
porque anhelaba la vida eterna, pero el problema fue su falso pensamiento de
comparar la vida eterna con un bien material al creer que sus esfuerzos le
darían tal heredad. No existe absolutamente nada en el hombre que le pueda
hacer merecedor de la vida eterna, pues es imposible para el hombre la
salvación.
“— ¿Quién,
pues, podrá ser salvo?
Entonces
Jesús, mirándolos, dijo:
—Para los
hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles
para Dios”
Marcos 10: 26-27 (RVR 1995)
Si buscas hacer la voluntad de Dios vivirás en su
voluntad. La voluntad de Dios es agradable y perfecta, es la salvación y no la
condenación para el hombre.
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