El Misterio del Evangelio




“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.” Mateo 11: 25 (RVR 1960)
La mente del ser humano no es clara sino es confusa, no sabe con certeza lo que anhela, está llena de dudas, porque se ha dejado corromper por la avaricia que en vez de proveerle de mejores beneficios le ha llevado a una completa incertidumbre e insatisfacción hacia todo lo que le rodea. Como la inclinación de nuestra mente es al mal, se nos hace imposible poder comprender misterios celestiales.
“Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” Juan 3: 12 (RVR 1960)
La imposible de creer aun en lo que deberíamos comprender, lo esencial, es fruto de un mal que debe ser erradicado, este mal se llama pecado. No es posible creer en Jesucristo cuando nuestra confianza no está en él, sino en la razón, en la filosofía y en todos nuestros pensamientos ilusorios. Es necesario confiar en Dios para creer en misterios que nuestra razón aun no puede explicar, como la trinidad, el amor y aun el mismo evangelio.
La necesidad más grande del hombre no es el dinero, ni la educación, ni un mejor gobierno sino es conocer a Dios y confiar completamente en El de corazón, solo así, andando en el camino que El preparo para nosotros es que podremos ser salvos de la horrenda condenación que el mundo ha de enfrentar, aun cuando no comprendamos con completa claridad cómo es que llegamos a la salvación, a la redención, al nuevo nacimiento y a la regeneración.
“No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”
Juan 3: 7-8 (RVR 1960)
No nos preocupemos, ni permitamos que nuestro ánimo sea alterado por cosas que no comprendemos, como el maravilloso amor de Dios, sino disfrutémoslo y regocijémonos en el Señor, quien un día nos explicara, si así quiere, los misterios que aun nuestra mente no logra comprender.
 “Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios” Daniel 2: 28 (RVR 1960)
El misterio del evangelio no necesita ser explicado, sino predicado, no tiene que ser comprendido, sino creído, porque predicando, entenderemos y creyendo, viviremos.
“El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.” Mateo 13: 11 (RVR 1960)
No ignoremos los misterios del evangelio, pero tampoco busquemos darle explicación bajo nuestro propio razonamiento, sino seamos humildes, reconociendo nuestra incapacidad delante de Dios.
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” Romanos 11: 25 (RVR 1960)
Los antiguos profetas y siervos de Dios predicaban la Palabra de Dios y de Jesucristo sin conocer claramente lo que predicaban, pero lo hacían porque confiaban en Dios de todo corazón, así mismo es que nosotros debemos proceder, confiar en Dios aun cuando no tengamos una revelación completa de Él.
“Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos” Romanos 16: 25 (RVR 1960)
En el tiempo correcto el Señor revelara a su pueblo lo que quiera revelarle, por lo tanto, no nos afanemos en el deseo de conocer las cosas secretas de Dios porque “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deuteronomio 29: 29).
“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.” 2 Corintios 4: 1 (RVR 1960)
Las doctrinas teológicas que han surgido con el propósito de desvirtuar la fe, sobreponiendo discursos filosóficos sobre la Palabra de Dios, han llevado a muchos a un entendimiento enceguecido que ha enfriado su mente y corazón.
“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.” 1 Corintio 13: 2 (RVR 1960)
En la Biblia se mencionan profecías que no se explican con claridad, pero que sucederán, como por ejemplo la que escribió Pablo en la carta a los Corintios:
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados” 1 Corintios 15: 51 (RVR 1960)
La intención de Pablo no era confundir al pueblo de Dios con este mensaje, ni tampoco darle claridad frente a lo que sucedería, sino solo escribió en la carta un mensaje que Dios mismo le había ordenado escribir. Un mensaje que es un misterio que nos es dado para que nuestra confianza sea confirmada en Dios quien tiene el control de todo, aun el mismo tiempo está en su sola potestad.
“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.”
1 Corintios 2: 6-8 (RVR 1960)
El que ha confiado en Jesucristo, quien clama a Dios y de todo corazón le busca, puede tener completa certeza de que podrá conocer cosas que antes no conocía (Jeremías 33: 3), ser enseñado e instruido por Dios mismo (Salmos 32: 8) y tener la mente de Cristo (1 Corintios 2: 16).
Nuestro propósito sobre este mundo no es conocer todos los misterios, sino es enamorarnos cada día más de Dios, de nuestros semejantes, siendo fieles a la Palabra de Dios, predicar el evangelio hasta lo último de la tierra y orar por quienes están anunciando el mensaje del Reino de los Cielos a las naciones que aún no lo han escuchado.
“y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio” Efesios 6: 19 (RVR 1960)




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