PRIORIDADES






Teniendo en cuenta, los dos puntos anteriores es bueno reflexionar sobre las prioridades en nuestra vida. A medida que pasen los temas ustedes se darán cuenta cuál es su realidad y cuál es la voluntad de Dios. Por ahora vamos a describirlas muy generalmente a la luz de la Biblia:

Ø     DIOS: (Deuteronomio 6:5) Cuando nombramos al Señor como prioridad número 1, generalmente lo relacionamos con la iglesia, sin embargo Dios en primer lugar tiene que ver con mi relación personal, íntima y constante con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en oración, lectura de la Palabra y sobre todo en obediencia.
Ø  MI CÓNYUGE: (Efesios 5:28) Su cónyuge tiene que ocupar el primer lugar después de Dios. La Biblia habla muy claro y nos dice que cuando nos casamos ya  no somos más dos sino uno y nadie odio jamás a su cuerpo sino que lo sustenta y lo cuida, como Cristo a la iglesia (Mateo 19:6 y Efesios 5:29). El tesoro más precioso que cada uno de ustedes tiene es su cónyuge, un regalo maravilloso que El Señor le dio para que lo cuide, aprecie, ame, valore, respete…Usted debe saber que el Señor le pedirá cuentas por ese precioso tesoro, ¿Cómo responderá?
Ø  MIS HIJOS: (Proverbios 29:17). Cuando nos unimos como pareja, es natural que vengan los hijos y si ustedes los tienen deben saber que su tercera prioridad son ellos; la comida, el vestido, la vivienda, la educación, son obligaciones que tenemos para con ellos, pero lo más importante es la calidad de tiempo que les dediquemos, los valores que les inculquemos y sobre todo el amor a Dios, que constituye la base fundamental del trabajo que tenemos con ese precioso tesoro que son nuestros hijos.
Ø  LA IGLESIA: El Señor ha dotado a sus hijos con dones espirituales y es en ella donde debemos desarrollarlos, la iglesia debe ser el lugar donde nos dispongamos a servir a fin de que este precioso organismo ande conforme al propósito divino que es el de hacer discípulos, fortalecer sus miembros y brindarles amor (Hechos 2:43-47).
Ø  FAMILIA EXTENDIDA: (Deuteronomio 5:16). Un lugar privilegiado deben tener nuestros padres, hermanos y otros familiares, es necesario compartir con ellos teniendo en cuenta el orden de prioridades. Un trato especial requieren nuestros padres, pues la Biblia nos enseña a honrarlos todo el tiempo que estén con  nosotros, ahora bien es un mandato divino que ellos se encuentren separados de nosotros cuando nos casemos, esto se refiere a todos los aspectos, no solo al espacio. Ellos nos pueden aconsejar pero la decisión final se hará en el núcleo familiar.

Aunque estamos hablando de personas es importante anotar que el trabajo no lo consideramos una prioridad, sino que es una bendición de Dios para suplir nuestras necesidades básicas, por lo tanto no debemos convertirlo en un estado de esclavitud o hacerlo un dios de tal manera que nos vaya a robar el tiempo para compartir con nuestro cónyuge e hijos, porque en tal caso ya no sería una bendición y pasaría a ser una distracción que podría ser utilizada por el enemigo para alejarnos de nuestra familia.

Debemos ponernos de común acuerdo para hacer ajustes, confiando que nuestra provisión proviene de Dios y los hombres son tan solo un medio por el cual Él nos bendice “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella”. (Prov. 10:22)



Tomado del libro "Plenitud en el Matrimonio" escrito por Henry Espitia y Nancy Caceres (2016). Editorial Buena Semilla. Bogota (Colombia)



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