¿QUÉ ES LO QUE TE IMPIDE SERVIR AL SEÑOR?



Las discapacidades físicas parecen ser un impedimento para muchos oficios, pero no para servir al Señor, entonces no es la discapacidad superficial la que nos lleva a no servir al Señor o a no hacerlo como a Él le agrada, sino es la del alma y el espíritu.
El corazón es otro nombre para referirse al alma y la Biblia nos dice “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Prov. 4: 23). La vida es dependiente del alma, es decir, de nuestras emociones, pensamientos, conciencia y decisiones, porque son estas características las que definen nuestra alma. Si nuestras decisiones son superficiales de seguro que encaminaremos nuestra vida a lo superficial, banal y efímero, pero si son encaminadas por el Señor puedes tener la seguridad de que no solo tu corazón sino tu vida estará en el lugar más seguro, porque estará en el hueco de las manos de tu Señor.
Las decisiones son muy importantes y tenemos que ser radicales con estas, aunque cueste amistades, trabajo, estudio, aun nuestra propia satisfacción. Es necesario, por tal motivo, que nos examinemos. ¿Cómo está mi corazón? ¿en verdad lo estoy cuidando para el Señor? Si no es así ¿Qué me esta impidiendo guardar mi corazón? ¿a quién se lo entregado? Si es al Facebook, elimina Facebook, si a es una persona, no hables más con ella, si es a una actividad, no la practiques más. Es necesario que seas radical con tus decisiones procurando siempre obedecer a Dios al presentar tu cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable delante de el Altísimo, para que puedas comprobar la voluntad de Dios, aunque los demás no la entiendan.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Romanos 12: 1-2 (RVR 1960)
La voluntad de Dios es nuestra santificación, que nos apartemos del mal, es así que podremos servirle al Señor con integridad. Lo único que puede evitar a un cristiano servir a Dios[1] es hacer lo mismo que hizo Jonás, su propia voluntad, por lo tanto, necesita humillarse[2] aquel que tiene un corazón orgulloso delante de Dios, entregándole todas las áreas de su vida, a fin de que nada le impida compartir el mensaje del evangelio. Si es tu foco, tu mirada, tu camino el servir al Señor, aunque cueste tu propia vida y popularidad, entonces no te preocupes por lo demás, porque Dios cuidara de tus necesidades y aún más.




[1] No es la persecución, ni las pruebas, ni los escases económica, ni la falta de estudios lo que impide a un verdadero creyente servir a Jesucristo.

[2] Humillarse no es sinónimo de llorar delante de Dios por el remordimiento sino de rendirse ante su Señor, alejándose del pecado, desechando el ideal humanista que tiene al ser humano como el centro del universo, para reconocer que es Jesucristo el único fundamento de nuestra nueva vida.

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