LA MUERTE SE LLORABA



Las películas, el conformismo y el sinsentido de la vida nos han convertido en seres que ya no lloran a sus muertos, en insensibles que no reflexionan frente a la vida, sino solo desperdician su tiempo en basura.
La muerte parece no importarle a nadie, porque el egoísmo está gobernando, mientras la filosofía contemporánea dice SOLO IMPORTAS TÚ, NADIE ESTA SOBRE TI. Nos hemos dejado permear por la vanagloria de la vida, dejando a un lado el amor de Dios.
La muerte es el final para quien no tiene la esperanza en la vida, pero para nosotros, quienes hemos creído en Jesucristo, es el paso a un mejor lugar.
“pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.” Romanos 14: 8 (LBLA)
No está nuestra vida cimentada en este mundo, sino en Cristo Jesús, por lo tanto la muerte ya no es problema. Pero para quienes no han creído en Jesucristo la muerte es su más grave problema, porque morir sin conocer a Dios es como caer en el precipicio sin ayuda alguna.
El reino de los cielos no consiste en comida o en bebida ni en dinero o en fama sino en hacer la voluntad de Dios. Y Dios quiere que todos los hombres procedan al arrepentimiento.

El arrepentimiento es volver en sí, es darse cuenta del grave error en el que transita su vida, con el fin de acercarse a Dios, mirando la obra de la Cruz y reconociendo el valor de la muerte de Jesucristo en su vida. Solo así el que está muerto vivirá, si cree.

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