PREDICA LA PALABRA



“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.” 1 Pedro 2: 9-10
Israel es el pueblo que Dios usó en el antiguo pacto para darse a conocer en medio de las naciones, mas ahora, el Señor ha escogido de todos los pueblos, lenguas, y naciones, personas que den a conocer su nombre. De lo indigno, despreciable y torpe nos escogió Dios (1 Corintios 1:28) para que el mundo glorifique, honre y alabe al Dios vivo y verdadero. No tenemos en que gloriarnos delante del Señor porque nuestras obras no nos llevaron al conocimiento verdadero para obtener salvación, sino fue su misericordia, la que tuvo compasión de nosotros, estando muertos en nuestros delitos y pecados.
El Señor nos amó sin merecerlo, aun antes de nosotros conocerlo, dando su vida en la cruz del calvario para anular nuestros pecados, a fin de regenerarnos por su sangre. Pero como Jesucristo es Dios, El no permaneció muerto, como mahoma, buda, o como cualquier otro de estos farsantes, sino el poder de Dios lo levantó de los muertos para ascender al cielo y sentarse a la diestra del Padre.
Jesucristo intercede delante del Padre, continuamente, por todos aquellos que en El creen, que lo reciben como el Señor y Salvador de sus vidas, y envía el Espíritu Santo a aquellos que han sido regenerados, hechos nuevas personas, para que Él sea guiando sus vidas por medio de la Biblia (la inerrante e invencible Palabra de Dios).

El mensaje de la Biblia es el único que transforma vidas, y lo sigue haciendo en aquellos que hemos nacido de nuevo, renovando día tras día nuestro entendimiento. El amor que Dios ha depositado en nosotros, es el que nos debe impulsar a compartir la buena noticia del evangelio, a todo el mundo. Debemos predicar la Palabra de Dios, anunciar las virtudes de nuestro Señor Jesucristo, para que la gente conozca al verdadero y único Dios.

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