ORACIÓN POR SANIDAD



Tenemos un familiar enfermo, una mascota en grave enfermedad, un conocido se ha accidentado, aun nosotros estamos en una situación en la que ni la medicina ha podido hacer nada y, no sabemos qué hacer, pero estamos seguros de que solo Dios puede hacer lo imposible.
Sabemos que Dios puede sanar a cualquiera, pero también sabemos que Dios no siempre sana a todos. Entonces ¿Por qué orar si quizás Dios no quiera sanarla o sanarlo?
Nosotros no podemos saber si Dios quiera o no sanar a aquel o aquella, porque conocemos ejemplos como Pablo, que el Señor en muchas ocasiones no le sanó. Aun así debemos orar creyendo en que una oración ofrecida con fe sanara al enfermo.
“¿Alguno de ustedes está pasando por dificultades? Que ore. ¿Alguno está feliz? Que cante alabanzas. ¿Alguno está enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia, para que vengan y oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor.  Una oración ofrecida con fe, sanará al enfermo, y el Señor hará que se recupere; y si ha cometido pecados, será perdonado.
Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.  Elías era tan humano como cualquiera de nosotros; sin embargo, cuando oró con fervor para que no cayera lluvia, ¡no llovió durante tres años y medio! Más tarde, cuando volvió a orar, el cielo envió lluvia, y la tierra comenzó a dar cosechas.”
Santiago 5: 13-18 (NTV)
Dios permite la maldad, trayendo maldiciones, enfermedades, hambrunas, etc. Pero no lo hace porque se complazca en vernos sufrir sino porque existe un propósito aún mayor en medio de la tribulación. El propósito principal es que en medio del sufrimiento le conozcamos, porque es mejor sufrir un poco, recordando el infierno merecido, para arrepentimiento, reconociendo a Jesucristo como Señor y Salvador, a no padecer sufrimiento en la tierra pero si en toda la eternidad.

Es necesario que todo torne oscuro para que veamos, con mayor claridad, la Luz que nos trae Salvación. Por lo tanto debemos confiar completamente en Dios, en medio de las enfermedades, porque el propósito de tu padecimiento no es el sufrimiento sino que le creas de verdad a Dios.

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