NO SIRVAMOS AL PALO NI A LA PIEDRA
Algunas religiones como el
hinduismo ofrecen a sus hijos en sacrificio para ser supuestamente bendecidos
por los dioses. Pareciere que no fuera cierto, pero lo es, lo hacen porque
están totalmente enceguecidos bajo el engaño de satanás. Estos rituales no son
nada nuevos, son una práctica antigua que solo ha destruido vidas.
El pueblo de Israel, nación
apartada por Dios para darse a conocer a todo el mundo a través de las
maravillas hechas a este pueblo, estaba empezando a alejarse del verdadero y
único Dios para servir a dioses fabricados por los mismos hombres.
“Así ha dicho Jehová, el Señor: El día que escogí a Israel
y que alcé mi mano para jurar a la descendencia de la casa de Jacob, cuando me
di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, cuando alcé mi mano y les juré,
diciendo: Yo soy Jehová, vuestro Dios, aquel día que les alcé mi mano,
jurando así que los sacaría de la tierra de Egipto a la tierra que les había
provisto, la cual fluye leche y miel y es la más hermosa de todas las
tierras, entonces les dije: Cada uno eche de sí las abominaciones de
delante de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy
Jehová, vuestro Dios.”
Ezequiel 20: 5-7 (RVR 1995)
Aproximadamente en el año 590
antes de Cristo el profeta Ezequiel anunció al pueblo de Israel estas palabras,
debido a que se habían apartado del Dios que les dio libertad para someterse a
la esclavitud de la idolatría.
Los ritos hacen a la religión
y la religión fortalece la perversión. No podemos seguir dándole vigor a la
maldad sino, por el contrario, levantarnos en contra de todo aquello que
deshonra el nombre de nuestro precioso Señor y Salvador Jesucristo, por lo
tanto, no sirvamos más al palo ni a la piedra, es decir a estatuas, pinturas,
escapularios, cosas semejantes a estas, sino solo al único y verdadero Dios.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas” 2 Corintios 5: 17
(LBLA)
Si estamos en Cristo entonces
avancemos a la meta, sigamos su Palabra, obedezcámosle de corazón, estemos
dispuestos a morir, si fuere necesario, por su evangelio, porque es necesario
que prediquemos a Jesucristo a todas las naciones del mundo entero. Solamente
él provee de libertad. Completa libertad.
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