NO FUE MI INTENCIÓN SINO MI CONVICCIÓN
“Pero
persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has
aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales
te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” 2
Timoteo 3: 14-15 (RVR 1960)
Por la gracia de Dios hemos creído en el
Evangelio de la Salvación (1 Corintios 15: 1-4). La Salvación que Jesucristo
nos dio, no solamente nos libra de la condenación que merecemos sino nos ha
transformado en templo de Dios y nos ha otorgado la mente de Cristo (1
Corintios 3: 16). Gracias a Jesucristo tenemos nueva vida en El, por lo tanto
no pensamos como el mundo piensa, porque tenemos una nueva dirección, una nueva
meta, un verdadero propósito.
El Espíritu Santo vino a convencer al mundo de
pecado, de justicia y de juicio (Juan 16: 7-11). Cuando vivíamos como el mundo
vive, fuimos convencidos por el Espíritu Santo, en que:
1. No creíamos en Jesucristo, por lo tanto éramos
pecadores porque la raíz del pecado es no creer en Jesucristo.
2. Jesucristo obtuvo la victoria frente a la muerte y el
pecado, y está sentado junto al Padre en el trono celestial.
3. Seriamos juzgados por nuestros pecados.
Este convencimiento nos llevó a un verdadero
arrepentimiento. La misericordia de Dios nos perdonó de todos nuestros pecados,
librándonos de la condenación que merecíamos, gracias a que Jesucristo tomó el
lugar que nos correspondía para darnos nueva vida. Por lo tanto pasamos de
estar bajo la ira de Dios a estar bajo su gracia.
Comentarios
Publicar un comentario