MENSAJEROS DEL REINO CELESTIAL


Como mensajeros del Señor debemos prepararnos para compartir el evangelio con fidelidad.
“En presencia de Dios y de Cristo Jesús —quien un día juzgará a los vivos y a los muertos cuando venga para establecer su reino— te pido encarecidamente: predica la palabra de Dios. Mantente preparado, sea o no el tiempo oportuno. Corrige, reprende y anima a tu gente con paciencia y buena enseñanza. Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír. Rechazarán la verdad e irán tras los mitos. Pero tú debes mantener la mente clara en toda situación. No tengas miedo de sufrir por el Señor. Ocúpate en decirles a otros la Buena Noticia y lleva a cabo todo el ministerio que Dios te dio.”
2 Timoteo 4: 5 (NVI)
Cumple el ministerio que Dios te ha dado, haz obra de evangelista. Comúnmente pasa que un recién convertido al recibir el mensaje del Evangelio desea darlo a conocer a todo el mundo, pero esta pretensión, en muchos individuos, lamentablemente se va apagando. Los creyentes pierden el ánimo de evangelizar[1], por lo general, debido al rechazo de muchos al mensaje. Es mucha la gente que se siente ofendida por el mensaje, porque el evangelio ataca al orgullo humano. Aun así no debemos perder el ánimo sino fortalecernos en el Señor y en su Palabra y ocuparnos en cumplir fielmente el llamado de anunciar a Cristo.
“Aprovechen cada oportunidad que tengan de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos muy malos.”
Efesios 5: 16 (TLA)
Son tiempos muy malos que necesitan el mensaje del evangelio con urgencia. Mas tengamos cuidado porque han habido muchos falsos maestros que han pervertido el verdadero evangelio al añadirle métodos humanos para “salvar a las personas”, actuando como Maquiavelo al pensar que el fin justifica los medios, olvidándose de que fuimos llamados a dar el mensaje del evangelio con fidelidad y no ha pervertirlo para alcanzar personas. Actualmente no existe ninguna justificación válida para enseñar erróneamente las Escrituras, porque tenemos el privilegio de tener la Biblia completa, en su original, en cualquier versión de fácil lectura, hasta existen diccionarios bíblicos y toda clase de herramienta para enseñar apropiadamente la Biblia. Aun así, Dios, en su infinita misericordia, te perdona si en sinceridad te arrepientes y vuelves a los senderos antiguos.
Han existido métodos que algunos evangelistas han diseñado para llevar a muchas personas a Dios, mas estos métodos novedosos son basados en pensamientos humanos y no en la Biblia. La oración del pecador, por ejemplo, es un método humano que piensa dar salvación al hombre por repetir una oración guiada. Se piensa que un hombre por repetir el mensaje del evangelio es cristiano, mas la Biblia no enseña así. Muchos creen que cristianos son los que dicen que Jesucristo es su Señor, mas la Biblia nos enseña, en Mateo 7: 21, que no todo el que diga que Jesucristo es su Señor entrara en el reino de los cielos. No son las repeticiones sin sentido sino es verdadera convicción del Espíritu Santo lo que genera arrepentimiento y salvación en el pecador.
Nosotros tan solo somos mensajeros del reino celestial, mas no los salvadores, por lo tanto ocupémonos solo en dar el mensaje claro, totalmente bíblico del evangelio, sin forzar los resultados porque no es nuestro derecho convencer a un pecador no arrepentido de su salvación por repetir una oración o algún otro tipo de rito. Dar pasos a la gente para ser salva es dar un mensaje centrado en la persona y no en Cristo. Los pasos no salvan a un pecador pero si lo llevan a una religión. Sin darnos cuenta, teniendo muy buenas intenciones, enseñamos el plan de salvación a las personas de tal manera que dejamos a Jesucristo a un lado para centrarnos en el hombre. Jesucristo es el mensaje que debemos dar a conocer, por lo tanto es nuestro total enfoque. La mejor manera de evitar enseñar herejías es usando bien la Palabra de Dios como obreros aprobados por El. Cuando enseñamos la Palabra por medio de la misma Palabra, evitamos enseñar pensamientos humanistas, filosofías, religiosidad y libertinaje.
Es necesario que como hijos amados nos sometamos a Dios, disfrutando cada día de nuestra vida el vivir bajo su voluntad.



[1] Evangelizar, como escuche de mi padre, “es un mendigo diciéndole a otro mendigo donde encontrar pan”

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