LA MEJOR PARTE
Algo puede ser bueno, pero, si ese algo,
reemplaza lo mejor, entonces es realmente malo. Marta prefirió dedicarse a lo
que ella creía mejor que a lo realmente mejor.
La Biblia nos enseña la historia de dos
mujeres que seguían a Jesucristo, pero las dos no se relacionaron de la misma
manera con el Señor, ellas fueron: Marta y María. María es descrita en la
Biblia como una mujer consagrada al Señor, adoradora, que entregó su tiempo y,
aun su posesión más valiosa, para honrar al Señor. Pero Marta es descrita como
una mujer turbada, cansada, ansiosa, angustiada que buscaba agradar al Señor
con su servicio en vez de escuchar sus palabras (lea Lucas 10: 38-42; Juan 11;
Juan 12: 1-7).
Servir a Dios es bueno, pero conocerlo es
mejor. La mejor parte de nuestra vida no está en el estudio, ni en las
personas, ni en las riquezas sino únicamente en conocer a Dios.
Así
dice el Señor:
“No
se gloríe el sabio de su sabiduría,
Ni se gloríe el poderoso de su poder,
Ni el rico se gloríe de su riqueza;
Pero si alguien se gloría, gloríese de esto:
De que me entiende y me conoce,
Pues Yo soy el Señor que hago misericordia,
Derecho y justicia en la tierra,
Porque en estas cosas me complazco,” declara el Señor.
Ni se gloríe el poderoso de su poder,
Ni el rico se gloríe de su riqueza;
Pero si alguien se gloría, gloríese de esto:
De que me entiende y me conoce,
Pues Yo soy el Señor que hago misericordia,
Derecho y justicia en la tierra,
Porque en estas cosas me complazco,” declara el Señor.
Jeremías
9: 23-24 (NBLH)
Conocer a Jesucristo es reconocerlo en cada
paso que damos, es seguir el ejemplo de María, entregarle nuestro tiempo y lo
que consideremos más valioso para honrarlo con todo lo que somos y con todo lo
que tenemos. Aunque Marta conocía a Jesucristo, no creía en sus palabras,
porque tenía dudas del poder de Jesucristo para hacer posible lo imposible,
para salvar, para dar nueva vida.
“Entonces
Jesús le dijo:
—Yo
soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y
todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?
—Sí,
Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al
mundo.”
Juan
11: 25-27 (NVI)
Marta dijo que en
verdad creía en El pero seguía siendo inconsecuente con sus dichos porque
cuando Jesucristo se acercó al sepulcro donde estaba Lázaro no creyó que
Jesucristo resucitaría a su hermano (Juan 11: 38-44). Y, aunque Marta no creyó
en el poder divino de Jesucristo, Jesucristo resucitó a Lázaro porque la obra
de Jesucristo no depende del que cree sino de Dios, por lo tanto, creer en
Jesucristo no es obra del hombre sino de Dios. Pídele a Dios que obre en tu
vida para que te de nueva vida por medio de la muerte, sepultura y resurrección
de Jesucristo, si es que estas muerto espiritualmente. Entrégale toda tu vida a
Dios, teniendo todo lo demás por basura por amor a Jesucristo.
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