LA MALDAD NO SE APRENDE
Pensamientos como -la
maldad se aprende-, -el hombre nace
bueno pero la sociedad lo corrompe-, han sido un impedimento para que la
gente reconozca su condición natural de pecador.
La medicina y psicología coinciden en que los
berrinches o las rabietas son comportamientos naturales durante el desarrollo
de la primera infancia. Los niños, por lo general, aprenden a hablar,
escuchando, a escribir, hablando y, a reír, llorando, pero lo único que no
tienen que aprender es a ser rebeldes. Lo vemos desde el momento de su nacimiento,
donde empieza el primer grito a su madre, luego cuando ve algo que le gusta y
no se lo dan empieza a llorar, o cuando
por las noches no respeta a sus padres despertándoles, etc.
“Honra
a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que
Jehová tu Dios te da.”
Éxodo
20:12 (RVR 1960)
Ningún bebe en la humanidad cumple esta orden
de Dios por lo tanto podemos afirmar que la maldad, no se aprende, sino se nace
siendo malo y la sociedad reafirma esta condición natural. Dios, lleno de amor,
nos dio Salvación, por medio de Jesucristo, para no seguir en el camino de la
destrucción y orientación pecaminosa. Jesucristo murió para que nosotros nos
ubicáramos en El Camino de la Verdad y La Vida, y resucitó, a los tres días,
para sentarse a la diestra de Dios Padre.
Si Jesucristo aun no gobierna tu vida es
porque tu corazón está muy lejos de Él, por lo tanto, ruega misericordia para
que su sangre derramada en la cruz te limpie de toda maldad, porque es la única
manera en que el Espíritu Santo morara en ti.
“Lávame
más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.”
Salmos 51: 2 (RVR
1960)
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