LA IDENTIDAD EN CRISTO



La fama y el dinero son dos factores que han llevado a moldear la identidad de muchas personas conforme a lo que la mayoría quiere. El ejemplo más clásico de un individuo sin criterio propio es un artista[1].
En el transcurrir del tiempo hemos visto a cantantes surgir rápidamente a la fama dirigidos por gente que le rodea y le va indicando como actuar. En Estados Unidos, muchos cantantes que cantaban primeramente para Dios fueron tomándose la gloria para sí mismos, conduciendo sus vidas a la fama y robándole la gloria al Todopoderoso. Cambian de look, de apariencia, de color de piel, de cabello, de letras en sus canciones para ser aceptados por el mundo. Estos “artistas” actúan por miedo, siendo influenciados por un mundo desorientado.  Su vida produce tristeza y depresión lo que concluye muchas veces: al suicidio, primeramente moral y seguidamente físico. Es racional y natural que esto ocurra en la vida de muchas personas pues el hombre desde su nacimiento desea hacer solo el mal y la sociedad reafirma su condición natural, pero este no es el fin del hombre. Hay solo una esperanza que puede proveer al hombre completa felicidad producida por el verdadero amor. Se trata del amor de Dios, este amor que sobrepasa todo entendimiento. Su amor tan infinito es reflejado diariamente en nuestras vidas. Todos los días podemos respirar, dormir, comer y vestirnos porque el Señor nos sustenta. Cuando vemos pobreza y desastres naturales sabemos que hay una razón para esto. ¿Por qué te sientes triste y sin ganas de vivir?, y ¿por qué estás tan feliz y con muchas fuerzas para luchar? La razón o el motivo de tus fracasos, derrotas y tristezas es tu felicidad y la razón de tus victorias, motivación y fuerzas es tu felicidad. La verdadera felicidad debe ser probada como el oro, por lo tanto todo hombre debe ser probado con todo tipo de situaciones. Las circunstancias graves y aun tristes de mencionar nos permiten saber en dónde estamos parados y a donde nos estamos dirigiendo. Si en estas circunstancias permaneces dándole la gloria a Dios, sabiendo que esto  producirá bien y no mal a tu vida, entonces estas parado en roca firme, pero si piensas en que todos se han olvidado de ti y prefieres morir y olvidarte de Dios, entonces has puesto tu vida en la arena y por lo tanto el mar de las tristezas te ha llevado.
El que guarda la esperanza aun en los momentos más difíciles guarda la fe y el que tiene fe permanece en amor y quien tiene amor conoce a Dios porque Dios es amor. Conocer de Dios es muy común, muchos hablan de Él y hasta lo mencionan pero ¿Cuántos verdaderamente conocen a Dios? Lee estas respuestas que Dios da a tu vida:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”
Juan 14:1-14 (RVR 1960)
Jesucristo es Dios (la segunda persona de la trinidad) pero no es el Padre, pues Él fue enviado por el Padre, y el Padre es Dios (la primera persona de la trinidad). Jesucristo en su infinito amor murió en la cruz por ti y por mí para que viéndolo a Él seamos salvos. Solo arrepiéntete, ahora mismo ante Dios, no importa lo que hiciste porque Jesucristo ya pagó por todos tus errores. Si con sinceridad te presentas ante Dios humillado entonces Él enviara su Santo Espíritu, Dios (la tercera persona de la trinidad), a ti para que te gobierne y te de nueva vida.
“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis. No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí.”
Juan 14: 14-31 (RVR 1960)
Estas Palabras las dijo Jesucristo antes de morir crucificado. Ahora que sabemos que El murió, fue sepultado, resucitó al tercer día y que reina junto al Padre, en el Cielo, podemos recibir al Consolador, el Espíritu Santo, para que nos guie a toda verdad. Humíllate ante el Dios vivo arrepintiéndote de todos tus pecados para alcanzar misericordia. No te humilles ante ningún hombre, ninguna mujer, ningún cura, ni ningún religioso, sino solo ante el Señor. No seas una víctima más del “abuso espiritual”, que cometen los títeres del diablo con el objetivo de hacerte perder la razón, llevándote a obedecer a los hombres antes que a Dios.


[1] No quiero generalizar la vida de todos los artistas sino solo la de aquellos que actúan de esta manera y se hacen llamar a sí mismos “artistas”.

Comentarios