JESUCRISTO ES EL SEÑOR Y EL SALVADOR



Jesucristo no es un amuleto de buena suerte, ni es una muletilla, tampoco es un hombre simplemente con buenas enseñanzas, sino es Dios. Jesucristo mismo afirmó ser Dios, por lo tanto si le crees a Él, realmente crees en el Padre y en el Espíritu Santo porque Dios es uno, Dios es tres en uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si así crees, bien haces, porque hasta los demonios creen y tiemblan, pero no basta con solo creer en la existencia del único Dios verdadero si no es necesario que le temas, te postres ante El, arrepintiéndote de tus maldades y confesando con tu boca que Jesús es el Señor, que el Espíritu Santo es el Señor, que el Padre es el Señor y que fuera de Dios no hay otro Dios, ni maría, ni mahoma, ni buda, sino solo Dios es Dios. 
Solo Jesucristo puede darnos vida. Esto es fe y solo la fe nos puede salvar. Por lo tanto ten fe. Cree que Jesucristo, siendo Dios mismo, vino al mundo en forma de hombre para morir por todos tus pecados, a fin de salvarte de la condenación que por justicia mereces.
Desde el momento en que nacimos nos equivocamos y tomamos malas decisiones ¿Por qué? Porque no hemos guardado y obedecido la maravillosa ley del Señor. Por ejemplo: la mentira nos ha convertido en mentirosos, tomar algo que no es nuestro en ladrones o ¿alguna vez has visto una mujer para codiciarla? Jesucristo lo llama adulterio. El Juez justo que nos creó y que creó todo el universo NO puede darte vida porque has desobedecido su ley. Dios no puede admitir en su Reino a los adúlteros, fornicarios, mentirosos, ladrones, homosexuales…por lo tanto merecemos ser condenados. No hay nada que nosotros podamos hacer.

¿CÓMO SERÉ PERDONADO POR DIOS?
Mis obras no pueden librarme de la condenación que merezco. El cigarrillo, como cualquier otra adicción, tan solo olvida por un momento mi situación. No hay nada que pueda hacer…
¡TE TENGO UNA BUENA NOTICIA!
Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a este planeta, entre nosotros y como uno de nosotros, para pagar el precio de nuestros errores. El murió por ti. El murió para que pudieras ser libre de la esclavitud. Solo arrepiéntete ante El y reconoce a Jesucristo en tu corazón, porque por la fe, que es por gracia, no serás condenado.

“Bienaventurados los íntegros de camino,
Los que andan en la Ley de Jehová.
Bienaventurados los que guardan sus
Testimonios
Y con todo el corazón lo buscan,
Pues no hacen maldad
Los que andan en sus caminos”

Salmos 119: 1-3 (RVR 1995)

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