ID Y HACED DISCÍPULOS



“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”
Mateo 28:19 (RVR 1960)
Es un mandato que Jesús dejó a sus discípulos. Si eres discípulo de Jesucristo este es un mandamiento para ti, pero debemos saber que Jesús cuando envió a sus discípulos  no los envió solos, los envió de dos en dos, porque:
“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.” Eclesiastés 4:9(RVR 1960)
Por ello es indispensable que aprendamos a trabajar en equipo: animándonos, exhortándonos, colaborándonos…, siendo reciproca esta relación de unos con otros como hermanos unidos por la sangre de Cristo.
Antes de Jesús ser arrestado para morir en la cruz, Jesús oró por su Iglesia. El Hijo oró al Padre para que seamos uno, para que trabajemos en comunión. A nosotros nos unió la sangre de Jesucristo, ya no estamos en soledad, ahora somos un cuerpo, donde Jesucristo es la cabeza, Él es quien da las órdenes, por ello es que debemos trabajar conforme a las órdenes de Jesucristo: comunicándonos para llevar a cabo esta misión de hacer discípulos a todas las naciones.
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”
Juan 17:20-21(RVR 1960)
Ser cristianos es un compromiso serio delante de Dios, es llevar también esta tarea misionera que Dios nos encomendó. Tenemos una tarea que nadie puede hacer por nosotros, porque Dios nos la dio a nosotros específicamente y, es por ello, que debemos obrar con sabiduría, prudencia, pero también con diligencia.
Israel, en el antiguo testamento, fue el pueblo que Dios tomó para que el mundo le conociera, ahora nosotros, la Iglesia: judíos y gentiles, que hemos recibido al Espíritu Santo en nuestro corazón, somos responsables de llevar a cabo esta tarea. Dios con cada orden que nos da también nos provee de una promesa. Dios ya nos dio la promesa, nos dio al Espíritu Santo, ahora es nuestro deber como testigos suyos: proclamar sus virtudes, pero esto es un trabajo en equipo, es decir nosotros como equipo(la iglesia) debemos compartir el mensaje de Jesucristo en todo el mundo: en Jerusalén, como en Judea, como en Samaria y como en lo último de la tierra. No debemos obstaculizar la obra de Dios o limitarnos solo a nuestra ciudad debemos ir más allá y al mismo tiempo, pero esto solo lo podremos hacer si realmente cumplimos la función de trabajar en koinonia: orando por los misioneros, por las naciones del mundo, dando recursos para financiar los viáticos del misionero y enviando a los obreros que han sido aprobados por el Señor a un lugar específico.
Llegar a hacer misiones no debe ser cuestión de emociones, por ello es que debemos prepararnos. A causa de gente que no es mal intencionada, pero si, mal preparada, han llegado a haber gran cantidad de sectas y/o diversas corrientes religiosas. En las primeras iglesias neotestamentarias los misioneros que iban a llevar el mensaje de la salvación eran los más preparados de la iglesia, no debe cambiar en esta época.
Todo lo que hacemos es para Cristo, porque es para su gloria que fuimos creados. Solo busquemos agradar a Dios antes que a los hombres. Dios ya nos dio las herramientas, USÉMOSLAS. 
Es indispensable e importante que recordemos cada uno de nosotros, como hijos de Dios, que “la responsabilidad y la tarea es mía”, es decir que yo debo tomar la iniciativa no esperando a que otros lo hagan primero.

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