HISTORIA MISIONERA



El primer día de llegar a la tribu Pomte-ka , fue complicado que me recibieran, pero luego de unos ritos de ceremonia, en bienvenida mía, me recibieron y me llevaron donde el líder de la tribu. El me dio para comer el hígado de un animal (o eso creía yo), sabía que tenía que comerlo tal como estaba: crudo, no podría despreciarlo, entonces con agrado me lo fui comiendo poco a poco, recordando lo que Jesús dijo a Pedro en Hechos 10:9-15 - no hay nada inmundo-; Dios ya lo ha purificado. Dios creó ese alimento, no debo pensar mal de lo que comen pues yo no estoy para criticar lo que comen sino para predicar las buenas nuevas (Romanos 14:1-3), entonces  sin condenarles por comer ello, crudo y sin sabor, pues esa era su manera de dar la bienvenida al extranjero, lo recibí con el mismo agrado con el que me lo dieron. Más tarde, al caminar, me encontré con otros misioneros que negaban ir a esta tribu por la comida y de un momento a otro me empezaron a criticar por comer del hígado que me ofrecieron, pues decían que este era de un humano, pero yo no sabía de ello, aun así me acorde de Colosenses 2:16 y les dije que no me criticaran por estas cuestiones y les exhorte a predicar y anunciar la Palabra, recordándoles que estaban en un contexto cultural diferente al que acostumbraban, me acorde luego de 1 Timoteo 4:1-5 y rechace sus críticas, pues lo que realmente pesa es lo que sale de nuestra boca y no lo que entra, entonces seguí contextualizándome con esta tribu que me recibió muy agradablemente y pensé en Pedro, cuando Pablo lo exhortó por haber separado a los de la circuncisión con los de la incircuncisión, (Gálatas 2:11-14) y, dije a Dios que no permitiera que en mi hubiera el separar una tribu de otra por mi propio parecer sino que en mi hubiera siempre agradarle a El, sin  cuestionar las costumbres de una tribu en cuanto a su alimentación, luego de comprender ello me di cuenta que el espacio de comer era prácticamente el único momento en donde las familias o clanes se unían para conversar, y al recibir con agrado el alimento me escuchaban más, entonces empecé a hablarles de Jesús y ellos me escucharon. Luego de 2 años de compartir con ellos, esta tribu decidió recibir a Jesucristo como el único Señor de sus vidas. El Espíritu Santo empezó a cambiar su mentalidad hasta tal punto que comprendieron que a Dios no le agradaba que mataran a otro hombre para comérselo, le pidieron perdón a Dios con sincero arrepentimiento y empezaron a reemplazar esas costumbres por buenas costumbres. Dios sigue obrando en sus vidas. Ahora se han dedicado a la ganadería, ya no dan al extranjero hígado de humano sino les dan un asado de cordero en su bienvenida, y  en el momento de reunirnos para comer oramos en agradecimiento a Dios.
Espero que puedas disfrutar del banquete que ahora disfruto debido a que mi espíritu no se cansó de hacer el bien.
“No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.”
Gálatas 6:9 (NVI)

La historia no es real sino es inventada. El nombre de la tribu como todos los hechos son ficticios. Puede tener cualquier parecido con la realidad.

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