EL PROCESO DEL CREYENTE



Como nuevas criaturas en Cristo Jesús no podemos conformarnos a este mundo sino debemos día a día renovar nuestro entendimiento por medio de la Palabra de Dios para afirmar nuestros pensamientos en Jesucristo.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Romanos 12: 2 (RVR 1960)
Un creyente no puede ser llevado instantáneamente de la infancia a la madurez espiritual, porque es un proceso. La santificación es un proceso natural en la vida sobrenatural del individuo salvo. Este proceso empieza desde el momento en que ha nacido de nuevo y termina hasta su muerte, es decir que es un proceso de toda la vida. Muchos individuos que se hacen llamar a sí mismos cristianos dicen que el proceso de la santificación puede ser instantáneo, y, también afirman que la evidencia de la conversión es hablar en lenguas porque, según ellos, esto representa la espiritualidad ya que han sido “tocados por el Espíritu Santo”. Mas la Palabra de Dios no enseña así, sino por el contrario, nos habla de la santificación como un proceso de todos los días, todos los días debemos llevar nuestra cruz y seguir a Cristo (Mateo 16: 24; Lucas 9: 23-27; 1 Pedro 2: 21), todos los días debemos renovar nuestro entendimiento por medio de la Palabra de Dios (Romanos 12: 2; Efesios 4: 22-24) y, en todo momento, debemos orar (Lucas: 18; 1 Tesalonicenses 5: 17; Efesios 6: 18). La Santificación requiere esfuerzo del creyente y la Salvación es gracias, únicamente, a la Obra Redentora de Jesucristo porque “Jesús nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo” (Tito 3: 5). Este proceso (santificación) es único en los redimidos y consiste en entregar a Dios todos los días el control de nuestra vida, emociones, sentimientos, proyectos, deseos e ilusiones.
La verdadera conversión no se conoce a través de experiencias sensoriales sino únicamente por el Espíritu Santo a través de su Palabra. Como afirma John Macarthur, maestro y pastor de la congregación “Grace Community Church” (2012):
“El objetivo final de la espiritualidad es ser como Cristo. Pablo hacía hincapié en esa verdad repetidamente (1 Cor 1: 11; Gal 2: 20; Ef 4: 13; Fil 1: 21) Para Pablo, la espiritualidad final era ser como Jesús y eso es algo que no puede obtener una experiencia de una vez o por una técnica subliminal. Es un empeño constante que no se puede dejar a un lado”[1]
La santificación empieza inmediatamente en el nuevo nacimiento (lea Juan 3) y, aunque es un empeño constante del creyente, es obra de Jesucristo. La Biblia nos enseña que Dios no solo empezó la buena obra en nosotros sino que también la ira perfeccionando hasta el día en que Jesucristo vuelva (Filipenses 1:6). Por lo tanto somos creados en Jesucristo para andar en el camino que Dios preparó de antemano para nosotros: el camino de la santidad (Efesios 2: 10).
“Con esto no quiero decir que yo haya logrado ya hacer todo lo que les he dicho, ni tampoco que ya sea yo perfecto. Pero sí puedo decir que sigo adelante, luchando por alcanzar esa meta, pues para eso me salvó Jesucristo. Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo.”
Filipenses 3: 12-14 (TLA)



[1] Macarthur, J. (2012) Diferencias doctrinales entre los carismáticos y los no carismáticos. Texas, Estados Unidos: Mundo Hispano. p.253

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