NO SOMOS DE LOS QUE NO SE LEVANTAN



Las caídas son duras, los golpes dolorosos, pero el aprendizaje es significativo. No importa cuántas veces caemos, sino de cuantas nos hemos levantado, avanzando.
“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse;
Mas los impíos caerán en el mal.”
Proverbios 24: 16 (RVR 1960)
No somos seres hechos de piedra sino de la tierra, una tierra que no siempre es la misma. Nuestra vida va cambiando constantemente, alterándose conforme al contexto. Nos caemos, pero no permanecemos en el suelo, porque, aunque nuestra vieja naturaleza aún sigue arrastrándonos al mal el Señor nos levanta para que permanezcamos firmes en su victoria.
La ansiedad, los afanes, la monotonía, son cosas que no nos competen, entonces estemos tranquilos, porque al fin de cuentas no vivimos para este mundo sino para Dios. Sirvamos a Cristo de corazón, amemos con entrega y pasión, perseverando constantemente en oración.
Las personas, el sistema, los demonios, las vanas ideologías podrán pensar que nos han derrotado cuando hemos caído, pero la verdad es que cuando caemos comprendemos con mayor claridad nuestra insignificancia delante del Creador, llevándonos a humillarnos delante de Él. Y ¿saben que pasa después? Dios nos levanta, nos fortalece y entrega a nuestros enemigos en nuestras manos.
Las personas no necesitan humillarse delante de otros para ganar algún inútil puesto en la sociedad porque humillándose ante Dios nunca se humillarán ante las personas. Nunca se ha visto justo desamparado ni a su descendencia mendigando pan, nunca el Señor ha abandonado a quienes a Él se acercan. Nunca y nunca lo hará.


Palabra fiel es ésta:
“Que si morimos con El, también viviremos con El;
si perseveramos, también reinaremos con El;
si le negamos, El también nos negará;
si somos infieles, El permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo.”

2 Timoteo 2: 11-13 (LBLA)


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