Incurable quebrantamiento
La transgresión produce dolor, un dolor que no
es fácil de sanar, que no solo afecta a quien lo comete sino a quienes le
rodean. Pero existe pecado que ni el tiempo lo puede curar, este terrible
quebrantamiento trasciende a la eternidad.
Así
ha dicho Jehová:
“Incurable
es tu quebrantamiento y dolorosa tu llaga. No hay quien juzgue tu causa para
sanarte; no hay para ti medicina eficaz.”
Jeremías 20: 12-13 (RVR 1995)
Imagínate escuchar estas palabras de parte de
Dios. Tan fuertes son las palabras del Señor que hasta el hombre más fuerte
quedaría totalmente desplomado.
No existe mayor necesidad en el hombre en ser
satisfecha que la de conocer a su Creador, viviendo en armonía con su creación,
conociendo su verdadero propósito de su existir. El mercado crea necesidades en
el ser humano, necesidades que no son las verdaderas, sino un camuflaje de
aquello que solo produce una vida desdichada.
El dinero ¿para qué sirve? No sé si en verdad
los argumentos que dicen que necesitamos el dinero sean verdaderamente
incuestionables. Pensemos bien y comprenderemos que no tenemos necesidad de
dinero, tan solo de comer, dormir y vivir tranquilamente sobre esta tierra.
Estas necesidades Dios promete satisfacerlas a sus hijos, pero no solo estas
sino, aun aquellas que muchas veces ignoramos pero son más importantes que
cualquier otra.
El quebrantamiento produce un dolor de
completa tristeza que nos lleva al desaliento y al desánimo para seguir
luchando, por lo tanto no podemos ser transgresores de la ley del Señor. No lo
hagamos, no porque no podamos sino porque no está bien, para nada es bueno
desagradar al Señor.
Las enfermedades pasan, no se quedan, igual
que algunas heridas pero existe un dolor que no tiene cura. Este dolor que el
mismo hombre produjo se llama pecado. El pecado no puede ser curado con ninguna
medicina humana, su fin es la muerte.
La muerte es la condenación merecida de cada
persona, pero esta muerte no nos permitiría tener la oportunidad de conocer a
nuestro Creador, por lo tanto necesitamos ser librados de tan gran mal. La
única manera de no conocer la muerte es conociendo la vida.
“El
que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer
en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está
sobre él.”
Juan 3: 36 (RVR 1995)
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