EL TRIBUNAL DE CRISTO
Cada vez que
escribimos, leemos, caminamos, trabajamos o estudiamos es necesario que nos
hagamos esta pregunta ¿Dónde está tu corazón? El Señor nos recuerda
constantemente, no solamente a través de la Biblia, sino también en las
circunstancias que día a día nos atañen, lo importante que es vivir para la
eternidad porque en lo terrenal todo es efímero. Las riquezas temporales perecerán,
por lo tanto, no vale la pena invertir nuestro tiempo en estas cosas.
“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes
que posee” Lucas 12: 15 (RVR 1960)
El propósito de Dios
para sus escogidos no es que amontonen riquezas, fama y amistades, sino es
compartir un mensaje que será o no será muy bien recibido para muchas personas,
pero este mensaje es poder de Dios para el que cree.
El mundo entero, cada
continente y nación que compone nuestro planeta, es un total desastre si
continua en maldad. Mas no pensemos solamente en forma global al decir nación,
sino también en manera personal al referirnos en que cada persona ira al
infierno, un lugar de tormento eterno, si es que no se arrepiente delante de
Dios con completa sinceridad creyéndole a Jesucristo, sus palabras y su Obra
Redentora. Es que el infierno no es una parábola es real y será más que real
para quienes lo enfrenten, por lo tanto, es el propósito del mensaje de la cruz
testificar a Jesucristo como el único que puede hacer que la historia de un
hombre sea transformada, como la historia de la humanidad es narrada, por un lado,
antes de Cristo, por el otro después de Cristo, así lo será para quien en
Jesucristo ha creído, pero sin Cristo la historia del hombre estará completamente
perdida en las oscuridades del infierno.
“Porque es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según
lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” 2
Corintios 5: 10 (RVR 1960)
Existirá un juicio, si
señores, un juicio en el que serán expuestas todas nuestras obras, sean buenas
o sean malas, sea que nos hayan visto o que no. En este juicio, no debemos
olvidar que no es el mismo para quienes creyeron en Jesucristo y para quienes
rehusaron creer, porque quienes en Jesús creyeron por el mismo Jesucristo serán
justificados, pero, quienes no creyeron, por sus obras serán juzgados en las
eternidades del infierno.
El tribunal de Cristo
es el lugar donde estarán los escogidos de Dios, quienes en el creyeron, y
delante de Él serán expuestas y probadas por el fuego todas nuestras obras, quedando
solo aquellas que en verdad fueron para vida eterna, por lo tanto aquellos que
creyeron en Jesucristo y buscaron agradarle con toda su vida, no dejándose seducir
por este mundo sino luchando como soldados de Jesucristo, recibirán coronas de
gloria, pero quienes perdieron su tiempo en los afanes de este mundo, aunque
creyeron en Jesucristo, en verdad que tendrán vergüenza delante de su Señor.
El que ha nacido de
nuevo, ha sido escogido por Dios, no para que siga viviendo conforme a los rendimientos
de este sistema, sino a fin de que este dispuesto, aun si fuere necesario, a
morir por el mundo perdido compartiendo las buenas nuevas de salvación, dando, más
que recibiendo, y buscando hacer tesoros en el cielo, no en la tierra, por lo
tanto, no agradando a la carne sino a Dios.
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