BASTA DE CONFUSIÓN
El reconocimiento absoluto
del Señor es evidencia de que todos, aunque no crean, necesitan del Señor. Las
tradiciones, multitud de religiones y los pensamientos vanos se han empeñado en
llevar al hombre en un estado de total fracaso. Pero el fracaso no es el
problema, tan solo es el comienzo de la mayor dificultad del hombre, su
obstinado corazón.
En una época como la nuestra,
en donde son muchos los que dicen tener una mente abierta, los corazones se han
cerrado a la palabra de Dios. La dureza de corazón es la ausencia del temor de
hablar mal de Dios, es creer más en una religión que en la palabra del Señor,
es buscar agradar a los hombres antes que a su Creador.
La confusión nos ha traído
enfermedades, guerras, muertes, enemistades, pleitos y un montón de problemas
que solo producen amargura, tristeza, depresión, angustia y ansiedad. Por lo
tanto, es hora de decir, basta de confusión. Ya no más. No nos dejemos
confundir mas, no sigamos siendo seres llevados por cualquier tipo de doctrina
sino tengamos bases claras en nuestra vida. Si, escuchemos, escuchemos a todos,
pero no les creamos a todos, sino solo a Dios. Si, seamos amables, pero no
consintamos con la mentira, no nos dejemos engañar. Al final de cuentas
estaremos solos, cada uno, directamente con el Señor. Solo tú y el.
No necesitamos que otros nos
hablen de Dios cuando nosotros mismos podemos ir delante de El, buscarle y
conocerle para saber que solo en El hay Libertad. Se ha establecido un camino,
El Camino, para conocer a Dios y es Jesucristo, si no me crees, créele a Dios,
a su Palabra que da testimonio de Jesucristo. No te cierres a Dios, sino
escúchalo, búscalo y lo hallaras. Esto no quiere decir que Dios se esté
escondiendo de ti, no es así, sino que la perversión del corazón del hombre no
nos permite conocer a Dios, nos hace esclavos que nos convierte: en
conformistas a esta esclavitud o en personas que anhelan la libertad.
Jesucristo es la libertad.
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y
los hombres, Jesucristo hombre” 1 Timoteo 2: 5 (RVR 1960)
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