AUN ASÍ NOS AMAS


Un corazón endurecido no le importa lo que piensa Dios ni siquiera si sus acciones harán daño a los demás, porque se enfoca solamente en sí mismo.
La ley que Dios creó no fue hecha para hacernos daño sino para que no nos hiciéramos mal, pero el desprecio del hombre hacia Dios y hacia su ley nos ha llevado a pecar contra El, rebelándonos de sus mandamientos. Pero es que ninguno puede justificarse, diciendo – es que yo soy bueno, nunca le haga mal a nadie, por lo tanto, merezco el cielo-, porque esta mentira queda totalmente rebelada aun en nuestros pensamientos más íntimos que nos incitan a pecar contra nuestro Señor, porque para Dios estamos muertos debido a que hemos hecho lo malo ante sus ojos. Todos estamos infectados por un virus peor que el sida, se llama pecado. Este virus no respeta religión, sexo, edad, color de piel, nacionalidad, ni nada que se le parezca. Es este mal el causante de muertes, disputas, enfermedades, guerras y hambrunas.
La pecaminosidad es el camino a la destrucción, un sendero que aparentemente no tiene consecuencias, pero sí que las tiene y son bastante terribles, porque su consumación es la muerte, muerte eterna. Pero el arrepentimiento, apartarse de este camino, por la convicción de la palabra de Dios que nos guía a Jesucristo, es la fe que proviene de Dios, que nos trae salvación y vida eterna. El Señor da gratuitamente este don todo aquel que le pide.

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”
Mateo 7: 7 (LBLA)



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