LA GRAN VERDAD DICHA POR EL REY SALOMÓN


La gran verdad dicha por el rey salomón se cumple en esta generación, somos polvo que vuelve al polvo y descubrimos que  todo es vanidad. Siempre preocupándonos por el día a día, lleno de planes que no sabemos si llegaran, ansiosos por saber cómo saldrán, que con tantísimas lágrimas dejamos en lo que con arduo valor añoramos, y mi pregunta es ¿habrá un mañana? En realidad es una pregunta difícil de contestar, pues no hay certeza en el instante, pero si  algo puedo decir es que,  en cada abrir de ojos cuando sentimos aquel fino rayo de luz cayendo justo en nuestro rostro al despertar sabremos que ese día caminaremos rumbo a nuevos fines propuestos por el latir del corazón, suspiraremos y quizás  en nuestro acelere de  poder  manejar todo, calculando cada paso para que salga perfecto aquello ideado  en cuanto se oculte el sol,  terminará en una ilusión. Es ahí cuando elegimos seguir avanzando o simplemente detenernos, reconsiderando el camino que hemos decidido.
Pasan y pasan estaciones pero no podemos hacer nada para detenerlas, se vuelve en el círculo interminable de nuestra vida, tratando de solucionar problemas que no quisimos tener; creamos métodos de cualquier manera para obtener nuestro fin y así ¡una frustración más! ¿Quién nos librara  de la vida misma? En el cielo nos observan, y la creación habla constantemente de El… ¿quién es El? Se preguntan, las calles gritan de su imperio, pero no lo conocieron, observaron el sin fin de las alturas con su  gloria en el misterio y aun así muy pocos  lo conocieron, el viento sopla sin embargo no estas al corriente de su dirección solo sabes que lo sentiste.

Hasta que escucho ese susurro a mi alma que dice “venid a mi todos los que estén cansados y cargados que yo os hare descansar”,  no puedo verlo pero me encuentro segura en el que quitó la venda de mis ojos, y ahora sí puedo decir que no hay afán por el día de mañana, si no basta cada día su propio mal.  

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