PARÁMETROS BANALES
Es evidente que el
tiempo lo veamos pasar cada vez más rápido delante de nuestros ojos. Pero no
nos angustiemos ni nos amarguemos pensando en cómo lo hemos malgastado, sino
aprovechemos bien el tiempo para invertirlo en escuchar a Dios y en albriciar a
la gente de su amor.
Si nos ponemos a pensar
en muchos de los trabajos que hemos hecho, y aun de los proyectos que nos hemos
propuesto, la mayoría han sido trazados para conseguir con mayor rapidez las
cosas vanas que deseamos, como el dinero, pero por querer ahorrar tiempo
enfocándonos en lo que no perdura hemos perdido más. Por ejemplo, aun en lo más
sencillo, que es pasarnos un semáforo en verde perdemos el tiempo porque en vez
de disfrutar el esperar que el semáforo cambie a rojo nos angustiamos, nos
afanamos y como vemos que nadie nos ve corremos.
Todas las leyes que con
atención hemos leído, escuchado, y guardado en nuestro corazón nos debe llevar
a pensar en que solo Dios es bueno (lea mateo 10: 17-27)
No ha habido hombre
bueno sino solo Jesucristo, quien es también Dios, y es por medio únicamente de
Él que el hombre puede ser salvo, no son las buenas obras ni el cumplimiento de
ciertos ritos los que pueden salvar al hombre de la condenación que merece por
quebrantar la ley, ya que la muerte es la consecuencia del delito, es decir de
la infracción de la ley, sino es la voluntad de Dios. Dios no quiere que
ninguna persona se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento, pero
también es su voluntad que el hombre en su libertad le siga voluntariamente.
Las personas con
discapacidad intelectual o cognitiva también son un ejemplo de los parámetros
que no debemos continuar siguiendo, estos parámetros que te dicen que debes a
los 25 años terminar una carrera, a los 30 (máximo) casarte, a los 50 tener
nietos, y a los 60 jubilarte, porque el tiempo no transcurre del mismo modo en
todos. Por lo tanto seamos pacientes y no nos afanemos por el tiempo.
Aprendamos a aprender, a ser pacientes, recordando que tuvimos un año entero
escuchando para poder hablar, nuestro primer año de vida, así mismo debe ser
con todo lo demás, seamos pacientes. Mantengamos la mente ocupada en buenas
cosas. En vez de pensar en paseos, viajes, vanidades, empecemos a disfrutar
aquello que el Señor nos ha dado, el lugar en el que estamos, la gente que nos
rodea. Vivamos así, como en el libro de los hebreos se nos anima:
“No vivan preocupados por tener más dinero. Estén
contentos con lo que tienen, porque Dios ha dicho en la Biblia:
«Nunca te dejaré desamparado.»”
Hebreos 13: 5 (TLA)
Estar contentos en todo
es dejar de decir, y aun de pensar – es
que si tuviera…- , más bien es pensar en lo que ya tenemos y en quien ahora
somos gracias a Dios.
Es necesario que
guardemos las Escrituras en nuestro corazón para que haya renovación en nuestra
forma de pensar y así en nuestro vivir.
Siervos de Dios, amigos
de Jesucristo, que la paz y la gracia de Dios sean con vosotros. Hermanos, la
koinonia que juntos debemos disfrutar es compartir de Cristo y con Cristo.
“…no solo que creáis en él, sino también que
padezcáis por el” Filipenses 1: 29 (RVR 1960)
El sufrimiento no es razón
para huir sino es causa de gozo, porque nos confirma que en verdad estamos en
Albricias.
“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro,
orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea
como yo quiero, sino como tú.”
Mateo 26: 39 (RVR 1960)
Cada persona en este
mundo tiene la libre voluntad, determinación o ánimo de recibir o rechazar a
Cristo. Si aún no has recibido a Cristo como el Señor de tu vida y es tu deseo
ser su siervo o sierva entonces dile a Dios que realmente anhelas su perfecta
voluntad.
“No os conforméis a este mundo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Romanos 12: 2 (RVR 1995)
Solo en la renovación
de nuestro entendimiento podremos tener un cambio de mentalidad. Y
conseguiremos esta transformación cuando leamos con temor y reverencia la
Palabra de Dios, procurando obedecerla. En la Biblia, está escrita la voluntad
de Dios, pero necesitamos los pensamientos del Señor para entender su voluntad.
Examinemos nuestra vida
diariamente, preguntémonos ¿en dónde está nuestro corazón? ¿En los tesoros de
este mundo o en los del cielo? ¿Hacia dónde van nuestros proyectos? ¿Hacia lo
vano o lo eterno? ¿En dónde están nuestra mayoría de pensamientos? ¿En agradar
a Dios o a los hombres? Reflexionemos por unos minutos, en el silencio o en el
ruido, en las respuestas de estas preguntas, conforme a nuestra realidad.
Por la gracia de Dios,
somos sus mayordomos, administradores de lo que le pertenece, por lo tanto
estamos bajo su autoridad, sujetos al gobierno de Dios. Como mayordomos debemos
ser conscientes de que aquello que administramos no es nuestro. No es nuestra
ni la creación de Dios ni el evangelio, ni siquiera somos dueños de nosotros
mismos y si hemos vivido pensando que es nuestro lo que le pertenece a Dios entonces
hemos hurtado. No nos pertenece la vida, ni la muerte; no nos pertenece el
condenar o el salvar, sino solo a Dios le pertenece. Nosotros solo somos
mayordomos, mayordomos que debemos cuidar nuestro cuerpo porque es templo del Espíritu
Santo, la creación de Dios porque es obra de sus manos y, el verdadero
evangelio porque es poder de Dios. Demostremos el amor que decimos tener a Dios
con nuestros semejantes siendo fieles mayordomos, procurando agradar siempre a
Dios.
“Su señor le dijo: Bien, siervo bueno y fiel; en lo
poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”
Mateo 25: 21 (LBLA)
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