NO TENDRÁS SED NI HAMBRE JAMÁS
“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que
bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que
yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una
fuente de agua que salte para vida eterna.” Juan
4: 10-11 (RVR 1960)
La sed que se sufre en
el desierto es indescriptible, porque el calor transmitida por esos rayos de
sol que pegan directamente sobre ese cuerpo cansado es insoportable, haciendo
que el cuerpo se desgaste y se deshidrate. Lo único que se puede pensar en esas
circunstancias es en un rio o una fuente de aguas vivas, para saciarse, pero
beber de estas aguas nunca dejaran completamente satisfecho al hombre sino solo
calmara su sed por un momento, pues después volverá a tener sed. Es por tal razón
que se siente esa necesidad de beber un agua que calme la sed para siempre.
Hasta el momento, ningún científico ha podido encontrar una fórmula para crear
esa agua y nunca lo hará, porque esta fuente de agua solo proviene del Señor.
El hambre, al igual
que la sed, nos hace movilizar, morar en otras tierras y trabajar para
conseguir el alimento. En la historia hemos conocido de pueblos que sufrieron
de hambre e hicieron actos vergonzosos aun de mencionar a fin de ser saciados,
pero el hambre, al igual que la sed, no es para siempre. Es en la necesidad que
nuestra alma debe esperar la misericordia del Señor, no desfalleciendo sino
creyendo, en fe, en que solo Él puede saciarnos para siempre.
“He aquí el ojo de Jehová
sobre los que le temen,
Sobre los que esperan en su misericordia,
Sobre los que esperan en su misericordia,
Para librar sus almas de la
muerte,
Y para darles vida en tiempo de hambre.
Y para darles vida en tiempo de hambre.
Nuestra alma espera a Jehová;
Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.”
Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.”
Salmos 33: 18-20 (RVR 1960)
El pueblo de Israel sufrió
no solo de hambre, sino de espada, castigo y pestilencias, pero en estos
momentos de tribulación clamaron al Señor y Él les oyó y salvó (2 Crónicas 20).
Aun el mismo Job, quien fue de los hombres con mayor poder adquisitivo en su época,
sufrió de hambre, pestilencia y rechazo, pero el Señor lo libró, en su tiempo,
de todos estos males.
“De la destrucción y del
hambre te reirás,
Y no temerás de las fieras del campo”
Y no temerás de las fieras del campo”
Job 5: 22 (RVR 1960)
El que confía en el
Señor no tendrá falta de ningún bien
(Salmos 34: 10), porque Dios sostiene a los justos y en los días de hambre los
saciara.
“Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el
que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed.” Juan
6: 35 (LBLA)
Jesús es la respuesta
a tu hambre y a tu sed, porque Él es el pan de vida y el agua viva que
satisface el alma del que comprende su necesidad de Él. No debemos preocuparnos
tanto por la comida o la bebida que perecen, es decir, la que no puede
satisfacernos para siempre, sino nuestra primera necesidad debe ser aquella que
salta a vida eterna.
“Dios, Dios mío eres tú;
De madrugada te buscaré;
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas”
De madrugada te buscaré;
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas”
Salmos 63: 1 (RVR 1960)
Comentarios
Publicar un comentario