EL AMOR DE CRISTO



La gente, por lo general, acostumbra a echar basura en donde ve más basura, porque se piensa que solo lo sucio debe ensuciarse. Y de la misma manera ocurre con las personas, ensucian de maldad sus corazones, dando entrada a solo pecado en su vida. Todos hemos sido manchados por el pecado, por lo tanto, no es fácil pensarnos en alguien que nos pueda limpiar. Pero, si hubo alguien, completamente puro y santo, que nos amó de tan gran manera que nos limpió.
No existe amor más grande que el que nos demostró Jesucristo. El, siendo Dios mismo, totalmente puro  y santo, apartado del pecado, se hizo como uno de nosotros a fin de limpiarnos. Pero para limpiar nuestra vida de pecado hizo la cosa más dura para El. No era morir, ni sentir los clavos en sus manos y pies, tampoco que le escupieran los soldados romanos, ni que su pueblo lo entregara, sino lo peor que enfrentó fue el alejarse del Padre y del Espíritu Santo, ya que se había convertido en pecado, por amor a nosotros. Jesucristo, mientras moría en la cruz, llevaba una carga que no le correspondía, el pecado, y la cargó porque nos amó de tan gran manera que no quería que siguiéramos sucios por el pecado. Esto es algo que solo Jesucristo pudo haber hecho, porque no existe amor más grande que este, que El haya dado su vida por unos mendigos pecadores, como nosotros.
 “Señor alabado seas, por siempre. Nos presentamos delante de ti con nuestro más sincero arrepentimiento, ya que por nuestro pecado fue que moriste, sin merecerlo. Perdónanos Señor. Tu sacrificio ha sido suficiente para mi vida, ahora ya no vivo más en el pecado, porque creo en ti Jesucristo y mi vida ahora te pertenece. Gracias amado Rey por no abandonarme sino amarme, con amor eterno. Tu amor, oh Cristo, es el que me alienta, me fortalece y me aleja de toda suciedad. Gracias amado Dios”
Jesucristo nos da palabras de vida eterna que no podemos desechar sino creer, guardar en nuestro corazón y obedecer:

“Este es mi mandamiento: ámense unos a otros de la misma manera en que yo los he amado. No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo esclavos, porque el amo no confía sus asuntos a los esclavos. Ustedes ahora son mis amigos, porque les he contado todo lo que el Padre me dijo. Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. Este es mi mandato: ámense unos a otros.” Juan 15: 12-17 (NTV)

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