LA VOZ DE QUIEN NO TIENE VOZ



En esta era de la “nueva era”, “la escuela nueva” y todo lo que ha traído consigo la llamada “posmodernidad” se han venido construyendo una serie de sujetos que carecen de total identidad, siendo su elemento esencial la perversidad. Los mal llamados educadores que aunque han estudiado, no han aprendido, dicen dar respuesta a los problemas de la humanidad cuando lo que hacen es generar una mayor decadencia en nuestra sociedad.
Al rey Lemuel su madre le instruyó diciéndole “¡levanta la voz de los que no tienen voz!” (Prov. 31:8) Estos que no tienen voz carecen de derechos, como los niños que están en el vientre de la madre, por lo tanto debemos levantar nuestra voz por aquellos que han sido vulnerados por esta horrenda sociedad, luchando en contra del aborto, en contra de la engañosa ideología del género y en todo lo que se le parezca, que no ha sido sino el resultado de las mentiras de satanás que ha querido quitarle el derecho a quienes no tienen voz.
Nosotros somos la voz de aquellos que no tienen voz, somos los mensajeros de Dios que tienen el derecho a levantarse en todo lo que deshonra el nombre de nuestro Señor, porque somos, por gracia y no por obras, herederos del Reino Celestial. Somos linaje real, reyes, que se les ha aconsejado mirar por los otros y se les ha encomendado amar al prójimo como a sí mismos. Eso no quiere decir que debemos quitarle la voz a los que tienen voz sino solo a aquellos que no son escuchados, porque quienes tienen derecho a hablar que lo hagan. Pero a aquellos que han sido desposeídos, vulnerados, marginados y no se les permite defender su derecho, es a ellos que debemos amparar.

El amor de Dios no se demuestra hacia los soberbios, orgullosos, vanagloriosos e impíos, porque estos no poseen un corazón dispuesto a recibir la gracia del Señor, sino es en favor hacia los pobres de espíritu, aquellos que reconocen su necesidad de Jesucristo y de su Salvación, y le temen. Es así que no conviene echar piedras preciosas a los cerdos porque estos no saben valorarla, sino la semilla es destinada a tierra preparada, por lo tanto, que nuestro ruego a Dios sea por aquellos que reconocen su necesidad del Señor a fin de que le conozcan y por quienes no creen necesitar de Dios a fin de que crean.

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