HAY QUE ESFORZARSE



El frio de la mañana y el sol de la tarde agotan las fuerzas, el tumulto de personas, el regaño de otro, sosiegan el alma, los deleites de la carne y la vanagloria de la vida turban nuestro espíritu. Es cierto que Dios da fuerzas al cansado y multiplica al que no tiene ninguna, pero también es verdad que Dios demanda de nosotros que nos esforcemos. No es fácil permanecer en el mismo animo o con la misma motivación de avanzar cuando una piedra o muchas se atraviesan en nuestro camino. Pero no seamos torpes, dejándonos desmotivar por los tropiezos del caminar, sino veamos en cada obstáculo una oportunidad para darle la gloria a Dios en medio de las personas.
La escuela, los profesores, la familia y, aun, los que decían ser nuestros amigos parecen darnos la espalda en el menor de los problemas y eso nos entristece, pero hay que esforzarse. Las fuerzas no se notan sino cuando levantas peso y esas dificultades son esos pesos que debemos llevar, desde la casa o de la oficina hasta nuestro lugar de intimidad, con el Señor, a fin de que en El nuestra alma sea descansando.
Los que van al gimnasio saben muy bien que para ejercitar un musculo del cuerpo hay que repetir ciertas rutinas, así mismo debemos pensar en nuestra vida como seguidores de la Palabra de Dios, quizás hayan situaciones adversas que no han sido nada gratas para nosotros y lo peor es que se repiten, entonces podríamos pensar que nuestra vida es una desgracia, pero si asimilamos que el Señor está con nosotros entonces podremos entender que el Señor nos está entrenando, fortaleciendo, dirigiendo, guiando y amando. Es hermoso ver con los ojos de Dios y no con los nuestros, porque en nosotros siempre hay algo de maldad que no nos permite entender el plan eterno del Señor.

El consejo que aún permanece para los niños, jóvenes y adultos que han decidido dedicar su vida al Señor es que en este camino angosto hay que esforzarse. No se trata de sentir emociones sobrenaturales, como el éxtasis, ni de tener remordimiento de conciencia en la que te golpeas todos los días la espalda, sino es de esforzarse en el ser fiel al Señor y a su preciosa Palabra, porque quienes confían en el Señor con todo lo que son, estos son llamados hijos del Reino.

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