¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE QUIERES?



La mayoría de nosotros tenemos sueños, anhelos, expectativas, proyectos y demás; pero ¿Qué es lo que realmente queremos?... Esta pregunta no es fácil de contestar y revela que hay en nuestro interior, muchas de las cosas que queremos no son malas como: ser alguien exitoso, tener a alguien a nuestro lado, casarnos, tener muchos amigos, ser rico etc.  
Son muchas las cosas que quizás queramos, pero te vuelvo hacer la pregunta, ¿Qué es lo que realmente quieres? Te contare una historia que quizás la has escuchado antes. Mucho tiempo atrás en Israel no existía un rey, pero tenían a Samuel como profeta, el cual revelaba lo que Dios quería para ellos, sin embargo, cuando Samuel ya era viejo el pueblo de Israel, le pidió insistentemente a Samuel un rey, porque vieron que los demás pueblos tenían uno y ellos querían lo mismo. Mas a Samuel no le agradó lo que le pedían, sin embargo fue orar y Jehová le respondió: Oye la voz del pueblo; porque no te han desechado a ti si no a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos (…) Oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales como les tratara el rey que reinara sobre ellos (1 Samuel 8: 7-8). Samuel les dijo todo lo que Jehová le dijo, sin embargo el pueblo no quiso oír la voz de Samuel. Y el Señor dijo a Samuel: Oye su voz y pon rey sobre ellos (1 Samuel 8: 22)[1] Más adelante Jehová escoge a Saúl como rey, como el pueblo lo exigía y, no había nadie semejante a él, sin embargo Saúl desobedece a Jehová y, a causa de esto, se aparta de él. Dios decide entregar el reino de Israel a un joven, no como el pueblo se lo imaginaba, si no a uno con un corazón conforme al suyo, sin importar la edad ni la apariencia, solo el corazón y, Jehová vio que David era un hombre conforme a su corazón, entonces le dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón (1 Samuel 16: 7).
Cuando Samuel fue a Isaí le dijo que uno de sus hijos seria el príncipe de Israel, entonces Isaí le mostró a “todos” sus hijos, pero ninguno era, entonces Samuel le preguntó si eran todos, mas Isaí le respondió que faltaba el menor, el cual estaba apacentando las ovejas, y efectivamente él era el elegido por Dios, David, era tan solo un muchacho pero con un gran corazón, así que Samuel lo ungió como príncipe de Israel.
En muchas ocasiones le pedimos a Dios lo que queremos: carro, casa y beca, y, a veces, tenemos el descaro de exigírselo, e incluso reclamárselo. Y Dios no lo concede, pero no porque fuese su voluntad sino por nuestra terquedad, adelantándonos antes de tiempo. Dios nos advierte de las consecuencias, pero muchas veces no lo escuchamos, así que él deja que nosotros mismos suframos los resultados de nuestra terquedad, y seguimos reclamándole a Jehová diciéndole que por qué permite esto o aquello y que nos saque rapidito del problema, pero eso no debe ser así. En esta historia vemos el resultado de un corazón ensoberbecido y uno humillado, el de Saúl, lo que el pueblo le exigió a Samuel, y el de David, un corazón conforme a corazón de Jehová.  
Dios no nos pide que dejemos nuestros sueños y proyectos atrás, sino que, simplemente, dejemos todos nuestros sueños en sus manos, buscando hacer su voluntad antes que la nuestra. Dios lo único que quiere, es lo mejor para nosotros. Él sabe lo que realmente nos conviene, así que cada vez que nos preguntemos ¿Qué es lo que realmente quiero? Preguntémosle a Dios ¿Qué es lo que tú quieres para mí? Y que todo lo que hagamos sea conforme a su voluntad, es el camino más seguro, porque muchas veces ni nosotros mismos sabemos lo que queremos pero Jehová que nos conoce hasta el más mínimo detalle, Él si lo sabe.





[1] Resumen del primer libro de Samuel capitulo ocho

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