EL MUNDO DE LA INSIGNIFICANCIA



El sentido de la vida no existe en un corazón que no sabe ni quiere saber que es vivir porque no ha hallado respuesta en lo que ha escuchado prefiriendo vivir en la insignifación. La desorientación es percibida como la mejor opción en muchas personas porque pareciera ser lo más tranquilo debido a las tergiversaciones del sentido de la vida que han inculcado los engañadores. El engaño sobre la vida es constante y frecuente, y ha sido permitido en nuestras naciones porque estas han caído bajo el dominio de la falsedad. No es necesario que sigamos criticando a otros para calmar nuestra conciencia engañándonos al pensar que el error está solo en el otro y no en nosotros, pero ¿a qué error me refiero? A aquel que la conciencia que no ha sido pervertida declara y al mismo que la Ley expone. Todo carecerá de sentido mientras ignoremos nuestra conciencia, la Palabra que Dios ha escrito en nuestros corazones.
Las tecnologías que se han desarrollado y popularizado en estos últimos años nos dan evidencia de la muerte del hombre, porque este ya no disfruta de las pequeñas cosas sino son las tecnologías las que la disfrutan por este, convirtiéndose el hombre en una máquina que ha sido reemplazada, volviéndose insignificante. Las noticias nos dijeron que Nietzsche había muerto pero mintieron porque su pensamiento fue desarrollándose en Hitler, quien aún sigue vivo porque su pensamiento sigue estando entre nosotros. Mas no solo el sino el de otros hombres como Freud, Alejandro Magno, los Cesar del Imperio Romano, siguen entre nosotros ¿Por qué? ¿Acaso no nos dijeron que habían acabado con el mal en la tierra? ¿Acaso no hubo una victoria frente al asesinato, la lujuria, la depravación, las mentiras, la tiranía, y otras semejantes? Los medios de comunicación han tergiversado la verdad, anunciándonos a un Cristo quien no es el verdadero porque nos dijeron que la ONU era la respuesta a la maldad que nos rodea, pero nos mintieron, nos dijeron que debíamos escoger un gobernador que pensara en el pueblo, y lo hicimos o eso creímos, pero este no soluciono el problema que aún seguimos teniendo. El problema radica en el pensamiento que ha sido desviado del maravilloso camino que Dios creó para nosotros, y en eso erramos todos, porque no hay nadie bueno, nadie quiere buscar a Dios, sino nos hemos desviado volviéndonos inútiles y perdiendo significado como seres humanos, por lo tanto todos nosotros, los humanos, deberíamos morir para que este mundo sea mejor.
Necesitamos al verdadero Cristo, a Jesús el Salvador del mundo, quien hace más de dos mil años pagó la deuda de nuestro grave error, muriendo por nosotros, a fin de que en El seamos vivificados para vida eterna, es decir que en El, Jesucristo, tenemos vida y la esperanza de resucitar en un cuerpo glorioso después de nuestra muerte corporal. Pero si rehusamos creer en El, no nos engañemos, moriremos en la eternidad del infierno. Esa es la consecuencia del pecador que no se ha humillado ante Dios, arrepintiéndose de sus pecados y creyendo en Jesucristo nuestro Señor y Salvador. Ni el dinero, ni las vanas filosofías, ni un gobernante nos salvaran de la consecuencia de nuestro grave problema sino solo Jesucristo podrá pagar la deuda del ser que ha pecado contra Él.
El mundo en que vivimos carece de sentido porque se ha dejado llevar y arrastrar por satanás, quien es el padre de la mentiras, por lo tanto el mundo tiene una vida de engaño, son mentiras sus instrucciones, sus intenciones y sus pensamientos. El pensamiento de ellos no descansa porque continuamente piensan en sí mismos, en cómo hacer el mal sin ser descubiertos, deshonrando sus propios cuerpos e insultando con sus palabras y sus hechos el nombre de Dios. ¿Por qué no creen en el verdadero y único Dios? Porque sus obras son tan malas que han preferido olvidar las consecuencias de sus vanidades, y por ello han preferido decir “hemos matado a Dios”. Es triste que la creación se rebele contra su Creador, pero es la realidad en la que estamos inmersos cada uno de nosotros.

Roguemos a Dios que nos perdone porque hemos errado, nos hemos equivocado al dejarnos conducir en nuestra arrogancia por nuestro sucio corazón escuchando la voz de satanás e instruyéndonos en sus mentiras. Y miremos con esperanza al único que puede darnos significado, sentido de vida, a Jesucristo, aferrándonos totalmente en su obra redentora llena de amor puro.


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