LO QUE DISFRUTAS REVELA LO QUE ERES


¿Qué hay en tus manos?



Entre a una habitación y en ella se encontraba una mujer. Una mujer de hermoso aspecto lloraba sin control al mirar una foto. Esa foto era de quien le había “roto el corazón”. Lloraba amargamente porque había plasmada todos sus sueños al lado de quien la entregó a la esclavitud sexual. Luego entre a la habitación que le seguía. Había un hombre que gritaba, olía bastante mal, y en sus manos tenía una papeleta de marihuana. Sus ojos eran confusos, estaban dilatados, como cuando alguien está triste, pero su rostro se movía para todos lados. Salí corriendo de esa habitación, buscando salir de ese gran hotel. El hotel era bastante grande, de un aspecto bastante hermoso. Mientras corría, en el pasillo, solo vi lujuria, mentiras, engaños, como en las películas de Hollywood, pero en cada habitación a cada persona de estas llorando, sin importar su aspecto, todas lloraban amargamente. Cuando estaba cerca a la puerta de salida, una gran tristeza se apodero de mí, porque observe a multitud de personas haciendo fila para entrar a este hotel mientras en la puerta de salida solo estaba yo. Entonces salí para observar el nombre de este gran hotel; el letrero decía INFIERNO.
Las personas no sabían a donde se dirigían, no vi a ninguno levantar su mirada para ver el nombre del hotel, porque sus miradas estaban ocupadas en sus ventanas transparentes. Las ventanas mostraban la codicia sexual, las drogas, la política, y filosofías de una manera que los atraía, y al lado decía, un letrero, como esos de promoción: “Se reciben solamente tarjeta de crédito. Disfrute ahora y pague después”. E inmediatamente pensé en las habitaciones, donde la tristeza, el sufrimiento, la angustia, la perturbación, y finalmente la muerte era el pago de ese “disfrute”.
¿Qué tienes en tus manos? ¿En tus manos está la foto de una persona? ¿En tus manos están tus posesiones materiales? ¿En tus manos tienes una cajetilla de cigarrillos? O ¿en tus manos tienes la Biblia?
“Engañoso es el corazón
más que todas las cosas, y perverso;
¿quién lo conocerá?”
Jeremías 17: 9 (RVR 1995)
Las personas son engañadas fácilmente porque viven con un corazón que no puede discernir, es decir diferenciar entre lo bueno y lo malo. Esta es la causa de las adicciones, de las tristezas, de las amarguras, etc. La conciencia cauterizada por el pecado les hace creer a las personas que lo que disfrutan es lo que es bueno, porque “disfrutar” es lo único que importa.
Moisés, siervo de Dios, recibió palabras de vida para darles al pueblo de Israel pero, como dice Esteban, narrando la historia de sus antecesores:
“…nuestros padres no quisieron obedecer, sino que lo desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto cuando dijeron a Aarón: “Haznos dioses que vayan delante de nosotros, porque a este Moisés que nos sacó de la tierra de Egipto no sabemos qué le haya acontecido.” Entonces hicieron un becerro, ofrecieron sacrificio al ídolo y en las obras de sus manos se regocijaron. Dios se apartó de ellos y los entregó a…” Hechos 7: 39-42 (RVR 1995)
Las palabras de vida han sido desechadas por los hombres desde Adán. No hay hombres que en sus manos tengan la Biblia, sino lo que tienen son fotos de personas, papeletas de marihuana, aparatos tecnológicos, filosofías, pensamientos egoístas. Por este mismo argumento es que en ningún hombre puede estar nuestra esperanza para huir de esa multitud que se dirige al infierno sino solo en Jesucristo.

“…Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que murieron es hecho, pues por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” 1 Corintios 15: 20-22 (RVR 1995)

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