LA RELIGIÓN MATA


Mahatma Gandhi fue un indio prácticamente adorado por su pueblo. Este hombre disfrutó su gloria (vanagloria), haciéndose dios para su pueblo. Su religión, sus votos, le dieron el poder para obtener tal “beneficio”. Así mismo ocurrió con Buda, quien debido a sus vanas filosofías fue aclamado por un pueblo totalmente desorientado. Aun en tiempos de Jesucristo existían personajes semejantes a estos, se les llamaba fariseos. Un ejemplo de la hipocresía de los fariseos era que cuando daban limosna llamaban la atención del pueblo a fin de que los hombres los alabaran (lea Mateo 6: 1-3).
Es triste que estas personas sean ejemplo para muchos de una vida santa cuando en verdad mataban su cuerpo. Ellos fueron tras ideales con nombres aparentemente buenos como “la no violencia” pero violentaban contra sí mismos al no comer y meditar por largo tiempo para ser “iluminados”. El buscar hacerse como dios fue su peor error, y ese error no solo lo pagarían ellos sino su alrededor.
No somos dios, ni mini-dioses, ni nunca lo seremos, eso nos debe quedar claro para no caer en la prepotencia, en el orgullo, en la soberbia que nos hará ver a los demás como inferiores. Existen doctrinas, enseñanzas de hombres, que aún siguen alegando que el hombre puede llegar a ser como dios, por lo tanto cuando escuchas tal falsedad huye de ese engaño y refúgiate en Jesucristo.
El camino a la santidad no son martirios, ni es hacer daño a tu propio cuerpo, ni es el sufrimiento, porque estos son caminos que ha propuesto el hombre, caminos que parecen ser verdad pero no lo son. No podemos, por lo tanto aceptar el ayuno, los votos, los sacramentos, y cualquier rito semejante a estos como el deber en nuestra vida para ser santos, porque esto se llama religión y la religión mata.
La religión nos enceguece, nos hace creer que puede justificar nuestros pecados, nos va matando sin que nos demos cuenta. La religión al igual que la filosofía es el refugio del hombre que no conoce ni reconoce a Jesucristo como el Señor y el Salvador de la humanidad.
Si en verdad amas a Dios entonces apártate de la religión, del camino de Caín quien pensaba ganar el favor de Dios por el esfuerzo de su trabajo, y acércate a Dios por medio del Cordero de Dios, reconociendo que Jesucristo, solamente El, puede darte nueva vida para poder en verdad vivir la santificación.

“…«En el último tiempo habrá burladores que andarán según sus malvados deseos.» Éstos son los que causan divisiones, viven sensualmente y no tienen al Espíritu. Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.” Judas 1: 18-21 (RVR 1995)

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