DERROCAR A UN GOBIERNO CORRUPTO
-El pueblo unido en Cristo jamás será vencido-
. Este debe ser el eslogan de nuestro pueblo colombiano, y de cada pueblo de
este mundo porque la única manera de ser más que vencedores es en Jesucristo.
El
pueblo de Israel estuvo sometido por años a muchos de sus enemigos, pero cuando
confiaron en Dios el Señor les dio la victoria y los libró de las manos de sus
enemigos. Miremos el ejemplo de Ester, de Gedeón, de Débora, entre otros muchos
más, que por la mano de Dios fueron librados de sus adversarios.
Colombia
es una nación que por mucho tiempo ha buscado su libertad pero son gobiernos
tiranos lo que ha obtenido. Estoy seguro que el Señor no quiere esto para
nuestra nación. Necesitamos urgentemente la misericordia de Dios a fin de
vencer al enemigo y de salir del cautiverio. Y si morimos haciendo lo bueno no
nos preocupemos porque “Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mateo 5:
6(RVR 1995)). Seremos saciados, nuestros ojos verán la misericordia, el juicio
y la justicia de Dios en la tierra.
Dios
nos acompañara y nos librara de la tiranía de este sistema si como pueblo oímos
su voz, guardamos su Palabra, y la obedecemos.
“…si en verdad oyes su voz y haces
todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y afligiré a los que te
aflijan….” Éxodo
23: 22 (RVR 1995)
Esta
tierra está herida a causa del pecado por eso es que ocurren tantas guerras,
muertes, fenómenos naturales que no deberían ocurrir, y demás tipos de
violencia que atentan contra el bienestar de la humanidad. Pero no nos
desanimemos, sino luchemos con las fuerzas del Señor, buscando la sanidad de
esta tierra.
“…si se humillare mi pueblo, sobre
el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se
convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra…” 2 Crónicas 7: 14(RVR 1960)
La
única manera de que un gobierno corrupto sea derrocado y la tierra sea sanada
es si el pueblo se humilla ante Dios reconociendo sus maldades, su corrupción,
su avaricia, su codicia, su lujuria, y clame misericordia de Dios, se aferre a
la obra redentora de Jesucristo reconociéndolo como el único Salvador y Señor
que todo su ser necesita. Si este pueblo en verdad se arrepiente, creyendo en
Jesucristo, no solo tendrá esperanza en esta tierra sino una aún mayor: la vida
eterna.
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